La isla de las tentaciones es el reality de moda, en el que unas cuantas parejas aparentemente bien avenidas viven, en emisión abierta, crisis provocadas sin exigencias de guion. Se suceden las tentaciones entre mujeres, hombres y viceversa. Pasan de la tentación al tonteo, del tonteo al tanteo, del tanteo al tintineo, del tintineo al traqueteo. Entre fidelidades e infidelidades, confianzas y confidencias, drinkings y twerckings, palmeras y hogueras, piscinas y camas, celos y recelos, cotilleos y cuernos, muestran públicamente sus vergüenzas, esas que el telespectador considera vergüenzas ajenas, justo las que dan más morbo.
En los últimos años, la política nacional también ha tenido su morbo. Algunos han sucumbido a las tentaciones; por ejemplo, la de compartir gabinete ministerial con la pareja o la de emparejarse con una estrella del pop. Sin embargo, la política gallega se ha caracterizado precisamente por la falta de morbo. Cuando Ciudadanos tentaba a Feijoo con la proposición indecente de Mejor Unidos, Feijoo no sucumbía a la tentación, la rechazaba dejándose querer; si acaso, habría aceptado una relación sin papeles y sin cambio de nombre, en definitiva, un arrejuntamiento. Cuando Vox tentaba a Feijoo con el pin parental, Feijoo no sucumbía a la tentación, pedía que no se frivolizase sobre el asunto y que se tomase como ejemplo la regulación de actividades complementarias en los colegios gallegos; lo que molestaba a Feijoo era que aquel pin hiciese recordar el pin lingüístico, que había sido un desliz, una cana al aire, así que, pelillos a la mar.
Cuando parte de los suyos tentaban a Feijoo con lo de irse a Madrid, no sucumbía a la tentación, se quedaba en casa y daba a entender que no estaba para aventuras fuera. Cuando algunos tentaban a Feijoo con lo de apoyar a la fascinante portavoz de su partido, Feijoo no sucumbía a la tentación, optaba por no acudir a la cita. Cuando otros tientan a Feijoo con lo de apoyar a la lideresa madrileña, Feijoo no sucumbe a la tentación, prescinde del affaire. En El retrato de Dorian Gray se dice que «la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella». Feijoo no hace caso a Óscar Wilde, resiste sus tentaciones, sin manual de resistencia, y a la par mantiene Galicia como una isla sin tentaciones. Claro que una cosa es no tener vicios y otra distinta no tener tentaciones, pues sin tentaciones no hay paraíso.