La vida imita al arte. Y a veces logra superarlo. Parecía que Frank Underwood era la más siniestra encarnación de un comandante en jefe de Estados Unidos y que Donald Trump se había propuesto desbancarlo. Pero la pataleta de sus últimos estertores convirtió al presidente saliente en la Selina Meyer de Veep gritando aquello de «¡estoy cansada de perder cosas!» y obligando a su equipo a paralizar un conteo de votos en Nevada que se volvía en su contra. Que la vida imita al arte lo recordó estos días el productor ejecutivo de la comedia de HBO al comprobar que esta vez no han sido Los Simpson los profetas del caos político en Norteamérica. Para clarividentes, los seguidores de Selina en la quinta temporada de la serie cuando reclamaban alternativamente «¡cuenten cada voto!» o «¡paren el recuento!» en función de lo que más les convenía en cada momento.
El berrinche de Trump dejó para la posteridad televisiva momentos históricos como el de conseguir que las tres principales cadenas del país cortaran en directo su discurso para hacer una comprobación de datos instantánea y concluir que estaba plagado de mentiras. «Aquí estamos otra vez en la posición poco común de no solo interrumpir a un presidente de Estados Unidos, sino de corregir a un presidente de Estados Unidos», justificaba el presentador de la NBC. Alec Baldwin tiene material de sobra para ponerse las botas con su caricatura.