Las generaciones T, X, Y y Z

OPINIÓN

MARISCAL | Efe

25 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que ha aportado cada generación a la sociedad es un análisis recurrente. Recientemente se ha abierto un debate sobre ello e incluso se ha publicado un libro sobre la materia, el de Josep Sala i Cullel. Las discusiones se centran en los diversos compromisos, en las diferentes opciones de vida y los distintos momentos de aplicarlas. Si reflexionamos un poco sobre ello, tendríamos varias hipótesis a la luz de lo manifestado recientemente por un viejo amigo, cuando me dijo «la generación de la Transición era temerosa del pasado, pero esperanzada del futuro»; en contraposición a la generación actual, que afirma «temer más al futuro que al pasado». Nada más cierto que ello cuando se dice, por la generación X, «ahora nos toca a nosotros».

Si recapitulamos históricamente tendríamos lo siguiente, muy a riesgo de equivocarme y ser extremadamente simplista. Los nacidos entre 1943-63 son la llamada generación T (de la Transición). Han ocupado el liderazgo y han ejercido el poder desde muy jóvenes. Son los responsables de la Constitución, de la entrada de España en la Unión Europea, de los pilares de la sociedad del bienestar, y de la participación activa de la sociedad civil. Un ejemplo de esta generación es Felipe González, que fue presidente del Gobierno a los 41 años, al igual que otros presidentes autonómicos, que lo fueron incluso con menos años. A esta generación también se le llama generación T por ser tapón. En la medida que ha taponado, en gran parte, las oportunidades a la siguiente generación, al haber estado demasiado tiempo en el poder, ya sea político, sindical, empresarial, universitario, cultural o en los medios de comunicación.

Después viene la generación X (los nacidos entre 1964-1981). Preparados y abiertos al mundo. Se lanzan a viajar y estar presentes en muchos espacios y se convierten en dinamizadores de culturas locales. Comienzan a manejar con soltura las tecnologías y advierten la necesidad de abordar la globalización y la necesidad de una cooperación multilateral, superadora de la guerra fría. Pero, quedan un tanto aminorados por la generación anterior, que dura mucho tiempo en el poder, por lo que luchan por independizarse de sus antecesores y encabezar la sustitución disruptivamente. En ocasiones, pierden tanto la memoria como el respeto. A esta generación pertenecen el presidente francés Macron (1977) o el presidente español, Pedro Sánchez (1972).

Más tarde, vienen los millennials, o la generación Y (nacidos entre 1982-1996). Son los afectados por las primeras grandes crisis y por las nuevas formas de organización del trabajo. Aceptan nuevas condiciones flexibles, tanto en lo que atañe a sus tareas como en lo que afecta a sus ingresos. Están marcados por los acontecimientos históricos recientes. Para algunos, es la generación iPod o los enamorados de las tecnologías, por haber nacido en la era del cambio digital. Para mí, son los nómadas, en la medida que varían de país en país, de emplazamientos de trabajo, y congenian con todas las culturas. Muy condicionados por el mercado y sus productos y servicios. Registran una ambivalencia en lo referente a las preferencias. Unos piensan más en sí mismos, otros en cambiar el mundo. Dos ejemplos, Mark Zuckerberg, de Facebook (1984), y Yiming Zhang, de Tik Tok (1983), para el primer caso; y la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern (1990) y la presidenta de Finlandia, Sanna Martin (1985), para el segundo.

Finalmente, la generación Z, o los centennials (nacidos entre 1996 y 2010). Han crecido en épocas de crisis. Simbióticos con las tecnologías. Critican, sobre todo a los millennials, a los que consideran que han dejado muchas cosas por resolver, tanto social como medioambientalmente; y porque usan sus aplicaciones informáticas bajo esquemas innecesarios y obsoletos. Creen que la seguridad de los datos es algo fundamental y son muy exigentes. Muestran escasa preferencia por la política, pero sí están muy comprometidos contra aquellos políticos que no les gustan. Muy preocupados por los efectos del cambio climático. Y, aunque no lo saben, serán los salvadores del mundo.

Hemos visto, en suma, que las distintas generaciones nunca se han sentido excluidas de una sociedad cambiante. Todas han intentado reducir las incertidumbres y participar en la creación de oportunidades. Cada fase ha estado marcada por grandes obstáculos, que les han exigido llevar a cabo un esfuerzo adicional para superarlos. Por tanto, ninguna generación ha estado condenada, y todas han tenido sus diferentes sensibilidades ante las distintas secuencias de un mundo globalizado e interdependiente. Lo que se espera es que cada generación haya podido contribuir a un cambio de modelo en la producción y en el consumo, pero manteniendo los valores de la concordia y la solidaridad intergeneracional.