He aquí a dos forofos anónimos, el uno del Boca, el otro del River, fundidos en un abrazo en la plaza de Mayo, a pocos metros de donde yace el finado, llorando ambos por la muerte de Diego Armando Maradona. Es la última jugada imposible del astro imposible, unir a dos aficionados de clubes tan enemigos íntimos que hasta viéndolos por la tele asustan, juntarlos hasta no saber a quién pertenece ese brazo, esa nariz, ese moco, ese centímetro de piel. Es contemplar esta estampa y pensar en quién sabe si habrá que esperar a la muerte de España para que dos hinchas, el uno del PSOE, el otro del PP, pongamos que sus líderes eventuales, se abracen y se desgañiten ante el cadáver de este país, lágrimas inútiles porque ya no habrá vuelta atrás. La diferencia entre los forofos de la foto de allá y los políticos de aquí es que estos últimos tienen en su mano impedir, pero no quieren, lo que cada día que pasa, cada Bildu, cada ERC, cada Podemos, cada Vox que pasa, parece más inevitable.