El Bitcoin es uno de los triunfadores del 2020. Esta criptomoneda ha batido varios récords de cotización en los últimos meses y es el gran estandarte de uno de los fenómenos que moverán al mundo en los próximos años: las finanzas descentralizadas desarrolladas a partir de la tecnología blockchain (cadena de bloques).
El Bitcoin, que fue concebido para prescindir de los bancos, ha acabado seduciendo a entidades financieras como el BBVA. Y a bancos centrales de varias potencias, que estudian lanzar sus propias criptomonedas ante la expansión de un mercado que hasta hace unos meses era alternativo, pero que ahora atrae a muchos inversores tradicionales. Por si hacen falta más pistas, también ha despertado el interés escudriñador de los inspectores de Hacienda: cada vez se mueve más dinero en el proceloso y volátil océano de las altcoins y las stablecoins.
El blockchain es una tecnología con potencial revolucionario: elimina a muchos intermediarios y, tanto para los negocios como para cualquier otro tipo de asunto, impide cambiar las reglas de juego de manera unilateral, sin el consenso o el visto bueno de la mayoría de los participantes o usuarios. Todos los movimientos y operaciones quedan registrados en gigantesco y accesible libro de cuentas digital. Seguramente nuestros asuntos formen parte de alguno, o de muchos, muy pronto.