En las últimas semanas el Reino Unido ha detectado un rápido incremento en los casos de COVID-19, de manera clara en el sureste de Inglaterra, que incluye Kent y regiones de Londres. Mediante un análisis de la secuencia del genoma del virus se identificó que en más del 50% de los casos detectados en los pacientes el virus pertenece a un nuevo linaje, que se ha denominado SARS-CoV-2 VUI 202012/01 (del inglés Variant Under Investigation, año 2020, mes 12, variante 01). También se han detectado casos de este linaje en Dinamarca, Países Bajos, Australia y Bélgica, al menos de momento. Esta nueva variante se caracteriza por tener distintas mutaciones en la proteína de superficie S (Spike) y otras regiones genómicas. Los resultados preliminares muestran que este virus posee una mayor capacidad de transmisión que las variantes previas (hasta un incremento del 70%).
Estas últimas noticias podrían ensombrecer nuestras perspectivas e ilusiones de acabar de manera rápida con la pandemia, pero hay razones para el optimismo. Entre ellas:
-La nueva variante, que ya fue detectada en septiembre de este año, emerge en un momento del año con amplia tradición de eventos familiares y sociales, que sin duda pueden haber ayudado a la expansión.
-A fecha de hoy faltan experimentos realizados en el laboratorio, que demuestren bajo condiciones controladas y rigurosas, cómo estas mutaciones favorecen el contagio y la transmisibilidad.
-No hay datos en la actualidad que relacionen esta nueva variante con una mayor severidad clínica en el proceso infeccioso y ni siquiera con una mayor mortalidad.
-Las mutaciones en la proteína S detectadas en el SARS-CoV-2 VUI 202012/01 no afectan al proceso diagnóstico del coronavirus, ya que las PCRs diagnósticas que se realizan en los laboratorios de microbiología se basan en la detección de múltiples dianas del virus, por lo que el diagnóstico rápido y certero del virus y de su enfermedad, la COVID-19, que hacemos ahora en el laboratorio se seguirán manteniendo inalterables.
-Los virus en general, y el SARS-CoV-2 entre ellos, están constantemente cambiando y evolucionando a través de mutaciones. De hecho, la aparición de una nueva variante es un hecho posible y probable, y no debe ser por sí mismo, una causa de preocupación. Muchas mutaciones no generan ningún efecto, mientras que otras pueden proporcionar una ventaja selectiva, como pudiera ser en este caso; una mayor transmisibilidad, debido a una mayor capacidad de unión al receptor celular o simplemente para evadir al sistema inmune. Lo que nos dice la experiencia previa con las pandemias víricas acaecidas en el pasado es que con el tiempo los virus acaban adaptándose al huésped, y para ello, atenúan su virulencia.
-No se ha demostrado que las mutaciones en la zona de unión al receptor o en la superficie del SARS-CoV-2 VUI 202012/01 tengan un impacto en las reinfecciones o en la eficacia de las vacunas que van a llegar en breve. No obstante, Pfizer y Moderna están probando sus vacunas contra la nueva cepa y comunicarán los resultados en breve. Hasta ahora, ambas vacunas han mostrado protección frente a todas las mutaciones del virus analizadas.
En resumen, el SARS-CoV-2 ha dado un pasito evolutivo. Por otro lado, esperable y previsible. Esto nos permite concluir, una vez más, que no hay que bajar la guardia, y que hay que seguir manteniendo la alerta en los laboratorios de microbiología hospitalarios. En este caso, a través de la secuenciación genómica del SARS-CoV-2, para de esta manera, monitorizar la evolución del virus en la pandemia y detectar de manera rápida, la aparición de nuevas variantes si surgen.
Llegarán otras nuevas cepas o variantes, pero ello no significa que no lleguemos a controlar la pandemia. Cada día estamos un poco más cerca.