Parecía imposible, pero se consiguió: en un plazo récord, vacunas contra el covid-19. Desde el principio defendimos que lo inteligente era un enfoque conjunto de compras centralizadas de la Comisión Europea en nombre de los 27. Nos permitía ser más fuertes en nuestra posición negociadora y obtener más dosis, a mejor precio y en el menor plazo de tiempo. Solo la opacidad de la Comisión, al no hacer públicos los contratos con los laboratorios, ensombrecía lo que a todas luces parecía la mejor opción.
Ahora, el incumplimiento del contrato por parte de AstraZeneca días antes de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) conceda la autorización para su vacuna, justo después de que Pfizer anunciara una suspensión temporal de envíos por la reestructuración de sus plantas europeas, ha puesto de manifiesto que las cosas no funcionaban como esperábamos.
Como no tenemos acceso a los contratos desconocemos el alcance del incumplimiento. Bruselas anunció que AstraZeneca se comprometió a entregar 300 millones de dosis a la UE, con la posibilidad de otros 100 millones. Para el primer trimestre, parece que el acuerdo era de 80 millones. La empresa alega problemas de producción en sus centros europeos, anuncia que solo podrá entregar 17 millones y asegura que se comprometió a realizar el mayor esfuerzo posible, no a cantidades concretas. Todo aparenta ser un incumplimiento flagrante de lo pactado.
¿Y ahora, qué? En un momento trágico en el que miles de ciudadanos ingresan en ucis ya saturadas y cuando no dejamos de contar los muertos es necesario hacer públicos los contratos. Es inadmisible tolerar el secreto exigido por las farmacéuticas: pueden ser confidenciales datos relacionados con la propiedad intelectual o las patentes, pero nunca el precio de una dosis, las cantidades adquiridas, los plazos de entrega y el régimen de responsabilidades pactado entre las partes. La opacidad y el secretismo impuestos no pueden ser utilizados para incumplir lo acordado.
No puede ser. Tenemos que defender la posición de la UE, uno de los mayores inversores en investigación de vacunas del mundo y uno de los mayores compradores. Los eurodiputados no podemos estar maniatados, con una venda en los ojos. Tenemos que acceder al contenido íntegro de lo pactado. Las farmacéuticas han recibido millones de euros de dinero público para acelerar las investigaciones y ampliar y acondicionar sus plantas. AstraZeneca obtuvo 336 millones precisamente para eso.
No vamos a permitir que sus negocios primen sobre la salud. Los intereses europeos pasan por la vida de los ciudadanos. En la población vulnerable, cada vacuna es una vida salvada. No nos pueden doblar el pulso. La única solución es la entrega de las dosis. En este conflicto, Europa se la juega.