La pandemia ha puesto en evidencia no solo miserias sociales y políticas, sino también económicas. Aunque sería de esperar que las grandes compañías diesen ejemplo de compromiso con la sociedad, estamos siendo testigos una vez más de la falta de escrúpulos de determinadas empresas. Empresas que, aprovechando las circunstancias, parecen actuar para agravar el problema en vez de ser parte de la solución, dejando a su paso un erial industrial sin reparar en el factor social en su huida hacia adelante.
El cáncer de la desindustrialización avanza inexorablemente y amenaza ahora con hacer metástasis en Galicia. La causa tiene nombres concretos y un denominador común en su forma de obrar, Alcoa y Siemens?Gamesa. Nombres industriales cuya ética está quedando en entredicho en la pandemia.
Nuestro país ha sido víctima colateral de la estrategia de Alcoa para asentar su posicionamiento en el mercado mundial de aluminio: mantener los precios reduciendo la producción mundial y así evitar la competencia. Y para conseguirlo han intentado cerrar sus factorías españolas.
Ahora Alcoa ha puesto por escrito su compromiso a actuar de buena fe en sus negociaciones con la SEPI para la venta de San Cibrao. Para ello ha hecho falta la intervención de la justicia, impidiendo la parada de la cubas y declarando nulo el ERE que pretendía sacar adelante; además de la presión sindical con la convocatoria de una huelga indefinida que ha tenido consecuencias en su cuenta de resultados. Una supuesta buena fe que desde UGT FICA vamos a vigilar de cerca.
Pero de la dudosa catadura moral de Alcoa también sufren sus consecuencias los trabajadores de Alu Ibérica, nombre de sus centros de A Coruña y Avilés tras su venta al fondo Partner Capital, que a su vez vendió a un tercer fondo buitre. Alcoa, tal y como hemos denunciado políticamente y judicialmente, se ha desentendido de sus compromisos adquiridos en el proceso, así que los fondos actúan a sus anchas desmantelando gradualmente las factorías e incumpliendo el plan industrial, encaminándose a la paralización de la producción, pues la garantía de empleo y actividad de los compradores acaba en julio del 2021. Frenar estas actitudes empresariales requiere de una mayor contundencia por parte de las administraciones, y con ese objetivo vamos a luchar desde UGT FICA en todos los frentes, pues de no producirse urgentemente nuestro país se arriesga a perder la producción de aluminio primario, y con ello la garantía del mantenimiento de la cadena de valor de las empresas transformadoras españolas.
Otro eje de la desindustrialización en Galicia se debe a la estrategia de Siemens-Gamesa en nuestro país, motivada por la deslocalización de la producción española hacia la planta que compró en Portugal, en busca de costes menores.
La compra de Gamesa por parte de Siemens no buscaba más que el cierre de los centros de fabricación de palas eólicas en nuestro país, además de despidos en las oficinas corporativas. Ya lo ha conseguido en Miranda de Ebro y Aoiz, y ahora es el turno de los dos últimos: As Somozas y Cuenca. Irónicamente, la empresa ha presentado un ERE en ambos centros en el contexto expansivo que vive el sector, propiciado por las subastas de energías renovables y registrando 121 millones de euros de beneficios en el primer trimestre del año fiscal.
Esta es una situación que no podemos permitir, no es de recibo que una empresa con beneficios cierre dos centros rentables destruyendo empleo y tejido industrial en un sector estratégico como es el de las renovables. Vamos a combatir con todas nuestras fuerzas para revertir la situación, y a emplazar a las administraciones a que revisen las adjudicaciones hechas al grupo, al igual que el plan industrial por el que la CNMV eximió a Siemens de lanzar una OPA a Gamesa, porque está claro que algo no cuadra.
La térmica As Pontes de Endesa cierra el círculo del despropósito que se cierne sobre Galicia. El anuncio de cierre orquestado en los pasados días unilateralmente por la empresa, en base un informe propio, partiendo de unas premisas equivocadas a conciencia y saltándose el comité técnico creado a tal efecto, siembra dudas respecto a sus verdaderas intenciones. Endesa se ha saltado los compromisos adquiridos para el desarrollo de una transición justa tras el cierre de la térmica, desoyendo alternativas válidas como la presentada por nuestra Federación en base a un modelo de producción de energía basado en un 70 % de biocombustible y un 30 % de gas natural.
Se desata ahora una guerra de informes en la que, por supuesto, vamos a batallar con nuestras mejores armas con la esperanza de que se imponga la sensatez y el bien común. De no ser así, extenderemos el campo de batalla a los ámbitos que sean necesarios para defender los intereses de las y los trabajadores en la comarca.
Si a todo esto sumamos la inminente falta de carga de trabajo de los astilleros de Navantia, la tormenta perfecta se cierne sobre Galicia. Un horizonte nada halagüeño que supone una seria amenaza para el desarrollo económico regional. Si no se frena a tiempo, tiene visos de cronificarse y ahondar en la desindustrialización del país y en la permanencia de un modelo productivo a merced de huracanes coyunturales, tanto económicos como pandémicos.