¡Larga vida a la oficina! La pandemia pasará, sin duda, pero sus efectos se dejarán sentir durante mucho tiempo. Cambios en nuestra forma de vivir (con estos horarios, lo mismo a los españoles nos vuelven europeos a la fuerza) y en nuestra forma de trabajar. La oficina tal y como la conocimos ha muerto. Eso no son necesariamente malas noticias. Por el contrario, ventajas para las personas y para la empresa, la oportunidad de encontrar ahorros enormes. ¿Cómo? Según un informe reciente de la Cámara de Comercio, el 74 % de los españoles considera que su ocupación le permite teletrabajar. Las personas valoran, especialmente, el ahorro en tiempo de desplazamiento, en ropa y en comida.
El camino hacia el ahorro en la empresa pasa por avanzar hacia el hot desking, es decir, espacios donde los lugares de trabajo no están previamente asignados. En mi experiencia, suele haber entre un 30-40 % de espacio de oficina infrautilizado que podría ponerse en valor. Se puede decidir concentrar equipos en la misma ubicación, vender edificios redundantes o reducir los alquileres que pagan. Existen tecnologías que permiten un control en tiempo real de la capacidad y de la ocupación, garantizando no solo esta optimización de espacio, sino también el imprescindible distanciamiento social. El control de la ocupación lleva asimismo al ahorro directo en otros servicios, como por ejemplo la limpieza. Otro ahorro adicional. En su vertiente de sostenibilidad, la combinación de teletrabajo y trabajo presencial favorece la conciliación y, por tanto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de las Naciones Unidas.
Un bonus añadido de esta nueva forma de trabajar es la desaparición de la conocida especie laboral del pasillero, aquella persona especializada en no pegar palo al agua y buscar el favor de los jefes. Eso sí, la empresa tiene que cambiar su forma de medir la productividad; probablemente, más meritocracia y menos presentismo. Otro plus.
Cambia la forma de trabajar y cambia el uso del espacio: el motivo de ir a la oficina pasa a ser la formación conjunta, reuniones o el team building, aumentarían los espacios colaborativos para crear sentido de comunidad, puesto que reforzar la cultura corporativa en la distancia no deja de ser un desafío.
Es tiempo de cambio, es tiempo de incertidumbre, es tiempo de anticipación; pero, como decía Thomas Jefferson, «me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado». ¡Vamos!