Hoy se clausura el Mobile World Congress de Shanghái, una cita que habitualmente tiene lugar en verano -hasta el 2015 se denominaba Mobile Asia Expo- pero que la GSMA (la asociación de operadores móviles y compañías relacionadas, que organiza el evento) decidió trasladar de fecha a raíz de la pandemia. Por segundo año consecutivo Barcelona no ha podido albergar la mayor feria mundial de las telecomunicaciones, que de momento ha aplazado al 28 de junio, pero ya veremos si se celebra finalmente. Es una pena no haber podido disfrutar otra vez del ambiente cosmopolita de la Ciudad Condal, con decenas de miles de congresistas internacionales recibidos al grito de «Cataluña no es España», desplantes al rey y, este año, con el aliciente añadido de las calles incendiadas por el rapero Hasel y los «presos políticos» del procés campando a sus anchas.
Así que el Mobile ha tenido lugar en la Perla de Oriente, en un formato más reducido pero con varios pabellones copados en su mayoría por tecnológicas chinas: Huawei -que organizó un foro en el que intervino la ministra española de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto-, ZTE, Oppo, YOFC (la mayor proveedora del mundo de fibra óptica y cable), Inspur (un grupo de computación en la nube, big data e inteligencia artificial), Comba Telecom... Del resto del planeta, Qualcomm, Nokia y poco más.
Dicen que el covid ha cambiado para siempre nuestra forma de trabajar y puede que lo mismo ocurra con este tipo de eventos. El teletrabajo y las presentaciones virtuales hacen innecesarios los desplazamientos y se ahorran los enormes costes que supone organizar congresos de esas dimensiones. No tienen sentido y perderán interés, igual que ocurrió con las exposiciones universales. Y esto afecta a todos los sectores: este año tampoco abrirá sus puertas el Salón del Automóvil de Ginebra, que tendría que celebrarse del 4 al 14 de marzo. Pero eso no significa que no haya novedades. La industria del motor, igual que la de las telecomunicaciones, no para de lanzar nuevos modelos. El penúltimo es el nuevo Hyundai Ioniq 5, un SUV eléctrico de diseño futurista -parece un cruce entre un Tesla Model 3 y un DeLorean DMC-12- que podrá llevar en opción placas solares en el techo. Va a arrasar, aunque para cargarlo -tal y como está la red de electrolineras en España- haya que irse a Noruega.