Madrid me mata: entre Ayuso y Sánchez

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

M.FERNÁNDEZ. POOL

18 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Va de Madrid, el rompeolas de todas las Españas. Fortaleza inexpugnable construida por el Partido Popular desde aquel tamayazo, tan inexplicado por el PSOE como por su beneficiaria Aguirre, sus «ranas» y las sucesivas sucesoras. Pero que vaya de Madrid no quiere decir que vaya de España. Porque Ayuso ni es España, a pesar de sus trabalenguas, ni España le debe nada a la presidenta de una coalición que, en términos acuñados por los populares, es una «coalición de perdedores». Lo que no impide que a algunos que se sitúan en alguna de las Españas, aquella cañí, los exalte y vote. A ella, no a la libertad. Ni siquiera a aquella «sin ira» de los albores del 78.

Pero más allá de un Gabilondo inerte, una Ayuso insumisa, un Iglesias incapaz de asentar sus parroquias cuando deseaba asaltar el cielo, una mujer -Mónica García- se opone y propone un «Madrid Comunidad» que permita sobrevivir con dignidad a sus ciudadanos. Es tiempo de que los españoles de todas las Españas, no solo los madrileños y murcianos ahora, los catalanes antes, creamos que le debemos algo a los políticos. Tampoco a los altaneros e ineficaces que tanto abundan.

Y detrás, o delante, los grandes líderes y los grandes partidos, cada uno en su papel, cierto o especulativo: Sánchez, al que señalan como muñidor del aquelarre abortado en Murcia; Casado y García Egea con el senador catalán Hervías, su topo en Ciudadanos, y una Inés Arrimadas a quien ahora acusan de muleta del sanchismo, concepto tan querido por el autoderrotado Albert Rivera, cuando la evidencia confirma que con quien gobierna es con el PP.

Huir de pactos para gobernar es la gran excusa electoral de Ayuso, que, según dice, la agotan. Se olvida de Vox, o no. Por más que su labor de gobierno haya sido escasa en realizaciones. Ella nació para liderar, no para plegarse al juego necesario de mayorías y minorías. Firmemente convencida de las ideas prestadas por aquellos de Aznar y Aguirre, sean Lasquetty u Ossorio, y siempre firme el ademán.

Su campaña arranca con dos frases que no las mejoran Monasterio o Abascal, de esa derecha radical imprescindible para que Ayuso pueda llegar a gobernar: «España me debe una: hemos sacado a Iglesias del Gobierno» y «cuando te llaman fascista es que estás en el lado bueno». Ni en aquellos libros de texto de Formación del Espíritu Nacional, con el Doncel de Sigüenza en portada, se encontrarían máximas tan hiperbólicas. Limitadas entonces a la conjura judeo-masónica, al comunismo, pero sin invocar nunca la libertad, ni siquiera la de Aguirre.

Hasta el 4 de mayo, ¿qué? Y Sánchez y el PSOE, ¿qué? Tenemos covid-19, próximo a los cien mil fallecidos, tenemos vacunas, con una vacunación enrarecida, y están los fondos europeos de recuperación. Esos fondos Next Generation de la UE que algunos preferirían aquí entender como Old Generation. Mientras, hablemos de Madrid, lo único importante. En «la anti política» que dijo Feijoo o en esta inestabilidad arrebatada.