¿Qué?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

18 mar 2021 . Actualizado a las 07:01 h.

Si hacemos caso a lo que la Wikipedia dice de ella, Oprah Winfrey es «la mujer más influyente de su generación», «la más grande filántropa de origen negro», «la afroamericana más rica» y «una de las cuatro personas que han dado forma al siglo XX y al inicio del siglo XXI», título este último otorgado por la revista Time. Digo yo que las otras tres serán Lenin, Hitler y Bin Laden, así que no está mal para una señora que se dedica a hacer entrevistas a gente como ella, es decir, a celebrities. Oprah tiene una fortuna de 2.200 millones de dólares, ha ganado varios Emmy, ha sido nominada al Oscar a mejor actriz y le han concedido la Medalla Presidencial de la Libertad. Sin embargo, cuando Harry y Meghan acusaron de racista a la familia real británica, la valiosa e intrépida reportera se limitó a poner cara de asombro y, con gesto compungido, lanzar la siguiente pregunta: «¿Qué?». Todo un dardo envenenado.

Cualquier periodista digno de considerarse como tal habría inmediatamente replicado a los duques de Sussex con algo tan simple y claro como: ¿muy bien, tienen pruebas? Pero como vivimos en una época en la que Jorge Javier es periodista y Ana Rosa escritora, Oprah les dejó irse de rositas y pasaron a temas de mayor enjundia, como el sexo del bebé o el pique de Meghan con su cuñada Kate, que cometió la osadía de acudir a su boda con un vestido blanco.

Ese What? de Oprah Winfrey resume perfectamente la situación. En la dictadura de las redes sociales y los mass media de la farándula, lo que cuenta es tirar la piedra y esperar que el agredido dé explicaciones. No son Harry y Meghan quienes deben certificar sus insidias, sino los inquilinos de Buckingham Palace los que tienen que probar su inocencia. Dispara, que como poco haremos ruido y los nueve millones ya están en el bolsillo.

Claro que tampoco ayuda que el heredero del trono, tan elocuente él cuando se comparaba con un artículo de higiene íntima femenina, se quedase mudo a preguntas de los periodistas (los de verdad). El que calla otorga. Su hijo fue más inteligente y respondió con un conciso «no somos racistas». Pero eso no vende bien en Twitter, ni en Facebook, ni en el show de Oprah.