Abril del 2021. Expresidente del Gobierno transmutado en aparatoso y aleccionador jarrón chino necesita un altavoz. Como aquel coronel al que hizo inmortal García Márquez, ya no tiene quién le escriba. Mengua la nómina de poderosos que le piden consejo u opinión sobre cualquier asunto del presente o el futuro. Sobre su partido o sobre el rumbo de España. Y se resiste a quedar arrumbado en una página de hemeroteca, en un epígrafe de un libro de texto o de un manual de historia.
Felipe González está muy vivo y tiene un elevado concepto de sí mismo. ¿Por qué no hacer como los Obama o Bill Clinton y sumarse a esa sempiterna revolución sonora que lleva más de quince años a un paso de ser lo más de lo más? ¿Por qué no lanzar un pódcast para compartir su «legado y su experiencia» con varias generaciones de españoles?
Dicho y hecho. Ya se pueden escuchar y descargar las «Sintonías infrecuentes» del expresidente, que, tal vez sin saberlo, se ha metido en un buen lío. Se ha convertido en banderín de enganche para una plataforma, Podimo, que tiene un modelo de negocio de pódcast y audiolibros basado en suscripción por una cantidad mensual y quiere ser una referencia en el mundo hispano. Si no da un gran salto, ¿se considerará un fracaso del propio Felipe? ¿Un signo más de declive? ¿Tendrá el expresidente quién le escuche? ¿Pagando?