¡Son las emociones, estúpido!

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Mariscal | Efe

06 may 2021 . Actualizado a las 09:41 h.

«Son las emociones, estúpido». La frase la dijo Iván Redondo en un famoso briefing sobre las campañas electorales. Y por eso es descacharrante que el gurú, cada vez menos Rasputín y más vendedor de crecepelo, haya llevado a Sánchez a la lona despreciando su propio consejo. Ayuso llamó a Miguel Ángel Rodríguez, como el coronel Trautman a un Rambo retirado, para enrolarlo en una nueva misión. Bastaron dos lemas y escuchar el ruido de la calle para dejar a Sánchez y al Napoleón de la Moncloa aturdidos entre una pila de powerpoints y encuestas fake del farsante de Tezanos.

Hace apenas dos meses se decía que en Génova olía a rancio. Casi a muerto. Y, de pronto, el PP es un partido fresco, con dos líderes que conectan con la calle como Ayuso y Martínez-Almeida, mientras el PSOE y Podemos se han quedado más viejos que el hilo negro, con Ábalos e Iglesias apareciendo siempre avinagrados y con cara de mala leche, anunciando cada día el apocalipsis de la democracia por la llegada de las hordas fascistas y abroncando a los españoles por no pararlas. Pero, eso sí, con Sánchez vendiendo a 3,5 millones de parados y a otro millón en ERTE, a empresarios asfixiados y a autónomos en precario, la moto de que no hay nada de qué preocuparse, porque vamos a atar los perros con longanizas y la pasta nos la van a enviar en camiones desde Alemania gracias a que mi persona le dio el tocomocho a Merkel con su genialidad negociadora. Y de ese tostón de la pandemia, que se ocupe el Supremo. El cuento le ha estallado a Sánchez en la cara y ha enviado a Iglesias a un plató de la tele para convertirse en la Ana Rosa de la ultraizquierda y así poder pagar el chalé y amamantar a su prole vendiendo en antena las recetas de odio que ya no cuelan en las urnas. Auguro un share más bien discreto.

Las aguas bajan turbias en el PSOE para un Sánchez al que defenestraron no hace mucho por intentar siquiera pactar con el populismo de Podemos, y que hoy arrastra por el suelo la historia de su partido al haberse dejado mangonear por el Robespierre de Galapagar y las mentiras de un independentismo xenófobo que es la vergüenza de Europa. Más que el triunfo incontestable de Isabel Díaz Ayuso, el punto de inflexión en el escenario político español lo debería marcar el hecho de que los votantes, no solo los del PP, hayan expulsado del tablero a un Iglesias que en siete años de poltrona no ha aportado nada a su país, mas que la permanente siembra del odio y la división social con su reduccionista y bananero matarile de los buenos y los malos, los ricos y los pobres y los demócratas y los fascistas, que son todos menos él y su escolta de matones a sueldo. Llamar «gilipollas» a los votantes del rival es un hito en la historia más negra de la política española. En un momento muy grave, los españoles no necesitan políticos que mientan y odien, ni politólogos sabiondos gobernando el país, sino líderes que les digan la verdad y les acompañen en sus emociones. El PSOE todavía está a tiempo de buscar uno.