Su música los tiene muy buenos, pero hoy no corren tiempos de alegría para Diego el Cigala, aunque él se vaya bien contento a cantar pa’ Málaga tras su arresto por un supuesto delito continuado de malos tratos a su pareja. «Todo perfecto. Contento, muy contento», se manifestó el jueves tras salir corriendo del juzgado. A ver, a ver si convence como cuando canta y no se le cae el calendario. ¿Por qué esta denuncia?, le preguntaron. «Seguro que son los dineros, siempre los dineros», respondió con un machismo en metálico, de los que hacen sonar la calderilla. ¿Siempre los dineros qué, son los dineros lo que mueve a las mujeres, o a las que denuncian malos tratos? La frase apurada del cantaor da un titular misógino al que algunos le echarán por lo bajo unas palmas, pero que no tiene la suerte de contar con la coartada natural de viejos tiempos. Al lado de este lapidario «siempre los dineros», el mea culpa de Plácido Domingo puede ser de aplauso.
Los clichés rancios traspasan la barrera millennial, muchos lucen con orgullo su rancio abolengo. Salen del armario, a veces de la boca de artistas, mentes brillantes, genios que son (por su calidad artística, no humana) parte de la biblioteca, la filmografía o la banda sonora de nuestras vidas. ¿Y así puede seguir siendo? Ya podía cantar Diego sin descanso y después quedar callado, solo cantar y así ahorrarnos la tentación de verle fuera del arte y echarle en el abandono.
Al cantaor nada ni nadie le quita el talento. Y los dineros seguro que tampoco.