En la cartilla de la mili, el apartado dedicado al valor se rellenaba con la misma frase: «Se le supone». Lamentablemente, el chiringuito también se le supone a la política española. Existen incontables ejemplos por toda la geografía española, de todo color e ideología. Cercanísimos y muy lejanos. Organismos satélites muchas veces disfrazados de nobles causas, pero de los que nunca se llega a saber bien la función y la estructura, pero que se habilitan para que los allegados al poder encuentren su lugar en el mundo (a poder ser cómodo y bien remunerado). Reinos de la generalidad sin oficio y con mucho beneficio. Hoy por ti, mañana por mí. Hay individuos que disfrutan durante un tiempo de un chiringuito y más tarde, cuando ya no forman parte de ese engranaje, tienen una revelación divina y se disfrazan de los mayores combatientes contra estos hongos del sistema. Le ocurrió a Santiago Abascal, que ahora está encomendado a tareas más elevadas e intenta pillar las migajas de la torta de Le Pen, Salvini y Orban. Él vio la luz solo al salir. Toni Cantó parece haber recorrido el mismo camino que Abascal, pero en sentido opuesto. Ha aceptado el cargo de director de área de la Oficina del Español en Madrid, Dado el nombre del organismo, algunos llegaron a preguntarse si el objetivo sería defender al español de palillo en la oreja y sol y sombra en la barra. Pero no. Se trata del idioma español. Cantó denuncia desde hace tiempo que esta lengua está en peligro de extinción en Galicia. Esa es la percepción del político que Ayuso ha colocado al frente de esta supuesta herramienta para impulsar el castellano. Quizás la situación del español en Madrid también es preocupante y no lo sabíamos. Solo quizás.