De los negacionistas, hasta el gorro

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

02 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No lo dudaría ni un momento. Si tuviese en mi mano legislar sobre la estupidez humana, lo haría. Categórico. Ya sé que defendemos la libertad sobre casi todas las cosas, casi, porque por encima de la libertad está la salud. Es decir, quien usa la libertad que le proporciona este sistema para atentar contra la salud del resto, debe ser parado. Me hartan estos hoplitas de la negación. Me harta el brillantísimo Miguel Bosé, al que alguien debiera poner en su sitio. Digo que me vulnera encender una radio musical y que suene la música de este señor que día a día está contribuyendo, con sus declaraciones, a que la peste del covid nos siga arruinando la existencia. No todas las opiniones valen lo mismo, aunque todos tengamos derecho a la opinión. En medicina, vale el criterio de los médicos. El resto es soflama y trampantojo. Estoy enfadado y enfangado con tantas noticias cetrinas sobre el negror que soportamos desde hace año y medio. Estoy enfadado y enfangado con algunos medios de comunicación que le dan cancha a esta cohorte de menestrales de la estulticia. Este batallón de insensatos que son muy libres de opinar, y reopinar, pero que están poniendo en riesgo la salud de todos. A estas alturas, y desde el principio, sabemos que de este abismo solo nos sacan las vacunas. No va más, señores.

 La confrontación es de orden moral. La libertad no puede estar por encima de ella. Digo que no pueden atender a personas vulnerables individuos que se niegan a ser vacunados. Digo que en los hospitales no puede haber sanitarios sin vacuna. Digo que los funcionarios públicos deben ejercer como tales y estar al servicio del Estado que les paga. No te vacunas, no cobras. Es duro escribirlo. Porque mi relato puede ser vulnerado. Es fácil. Dirán: la gente tiene derecho a ejercer sus derechos y libertad. Sin duda. Pero que no salgan de casa si al salir de casa ponen en riesgo la salud de los congéneres. Vacúnense, el resto es filfa. Vivimos uno de los peores momentos de la historia reciente. Una guerra sin guerra. Un desfile de víctimas (en España aún no conocemos el número) y una suerte de saltimbambiquis de la estolidez que vomitan sus creencias sobre el covid. Dicen que se cura con no sé qué combinado similar a la lejía. Dicen que no se vacunan ni ellos ni sus familias. Dicen y dicen y vuelven a decir y nadie hace nada para que sus vociferaciones de odio (odio a la especie humana) queden en el vacío. Al revés. Le dan pábulo y certeza.

El mundo no es el mundo que soñábamos hace años. Se han revertido los papeles. En nombre de la libertad, se dispara contra la libertad del resto. En nombre de la libertad, toda opinión, por absurda que sea, se tiene en cuenta. En nombre de la libertad, curiosamente, cada día somos menos libres. Ser negacionista (los fanáticos y los que dicen no) es ejercer un delito cruel contra la humanidad. Me cuentan amigos médicos de hospitales españoles del sur y del este que cuentan por decenas a estos negacionistas. Me consuela creer que la humanidad, pese al progreso imparable de la estupidez, saldrá adelante. De momento, y disculpen la vulgaridad, solo digo que estoy hasta el gorro. ¡Cráneos privilegiados!