En general los hombres, y no solo los maltratadores, se sienten agraviados por el trato desigual que se les otorga en la Ley Orgánica de Medidas de Protección contra la Violencia de Género. En reuniones de hombres es habitual escuchar que el asesino de su pareja es una bestia, pero que también hay mujeres que agreden o matan a sus maridos. Más cierto imposible y a quien lo niegue le recomiendo que acuda a las hemerotecas. Pero por una serie de circunstancias, tanto cualitativas como cuantitativas -son ya más de treinta mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en lo que va de año-, se tuvo que legislar en su momento para frenar esta lacra.
Desde luego que es una ley con carencias importantes. Todas lo son. Que permite que se haga uso de ella para impedir por imperativo legal la custodia compartida de los hijos por el simple hecho de que se haya interpuesto una denuncia, sin que haya sentencia condenatoria. Pero aún con esos defectos, que el legislador podría subsanar, es una ley necesaria que ha salvado muchas vidas y ha hecho más llevadero el día a día de decenas de miles de mujeres en España.
Y aquellos que se sientan agraviados por un trato diferente, que en modo alguno piensen que las mujeres se van a salir de rositas por sus fechorías. Se les juzgará con una ley distinta y con la máxima dureza que esta permita. Y, por supuesto, cuando la denuncia resulte falsa, que se incoen diligencias contra la fraudulenta maltratada. Es el mejor servicio que se puede hacer a aquellas que realmente lo son. Las mujeres necesitan que nadie cuestione esta ley.