Sed de venganza

E. Vázquez Martul DOCTOR EN MEDICINA. EXPRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE DOCENCIA DEL CHUAC

OPINIÓN

STRINGER

16 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No conozco Afganistán. Por las imágenes televisivas parece una nación árida, montañosa, pobre. Es posible que esconda valles verdes. Alejandro Magno, en su camino hasta la India lo pasó mal y algunos de sus generales querían volver. Los romanos ni se atrevieron y en sus límites perdieron una legión que aún andan buscando los historiadores. El imperio británico con todo su esplendor se retiró de tanto polvo y miseria. La antigua URSS tampoco ni pudo ni triunfó y escapó con el rabo entre las piernas. Los EE.UU. gastaron 6,4 billones de dólares. Y 800 personas, seguramente jóvenes, allí dejaron sus vidas. América y el mundo se están preguntando: ¿para qué? Empezó todo de forma irracional. Movido solo por la venganza del acto terrorista más brutal sufrido en las torres en Nueva York. Un presidente, que no pasará a la historia por su inteligencia, sacó sus pistolas y empezó a disparar.  «Ojo por ojo y diente por diente».  Movido por la soberbia, arrasó con Irak en contra de la opinión de la ONU.   Mataron a terroristas culpables, murieron también inocentes, ajusticiaron a Bin Laden y lo enterraron en las profundidades del océano para que su espíritu no pueda ser orado en mezquita alguna. Misión cumplida, pero destruyeron todo  un país. La región ha quedado aún mas inestable con los talibanes en el poder. Se ha salvado el honor. Como en el Far West el malvado llevó su merecido. Todos contentos excepto que se olvidaron de que la gente, los pueblos, incluso en Afganistán, buscan protección en sus dioses más cercanos, en los que son como ellos. No hay educación, no tienen futuro y, como niños en la calle, se entregan engañados al primero que les dé seguridad y pan o un caramelo. Se marcharon unos pero vuelven otros, pensarán los viejos del pueblo.

La venganza crea más venganza en círculos de muerte y miseria. Habría que castigar a tanto sheriff que prefiere disparar sin reflexionar ante las consecuencias. Pero la gran política está oculta. Mientras tanto todo sigue igual, o peor, y hasta el maldito honor quedó en entredicho. Vivimos tiempos en los que el instinto y las emociones superan a la inteligencia y el error es fácil. Malos momentos para la lírica.