¿Hacia dónde debe ir la atención primaria?
OPINIÓN
La pandemia hizo visible a la ciudadanía la necesidad de adaptación del modelo sanitario que los profesionales sanitarios veníamos pidiendo. Desgraciadamente se decidió no invertir lo necesario, no se tomaron decisiones a tiempo y lo estamos sufriendo, pacientes y profesionales. Ahora la situación es tan agobiante que obliga a los gestores a tomar medidas. Es esencial que no se pongan parches, sino que de una vez se plantee una estrategia de sistema sanitario. El sistema sanitario debe abandonar su estructura tradicional primaria-hospital y trabajar en red con los recursos de la comunidad y los servicios sociales.
En la actualidad el sistema responde de forma reactiva a las demandas; deberá transformarse en un modelo proactivo, que se adelante a las situaciones, enfocado a la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. El ciudadano participará activamente, responsabilizándose de su salud y del buen uso del sistema sanitario.
La pandemia hizo visible la inaceptable situación de los viejos: deberemos trabajar en el espacio que el paciente precise; en el caso de los mayores, en su domicilio.
Los pacientes se moverán entre los servicios sanitarios, sociales y comunitarios en un continuo. Es necesario tejer redes, salir del centro de salud y conectarnos, sanitarios y ciudadanos, con cada activo comunitario.
La distribución territorial actual ya no sirve, debido a la despoblación, el envejecimiento o el crecimiento de las ciudades. Y la atención primaria debe conocer las nuevas necesidades y trabajar con los recursos locales para dar la respuesta adecuada en cada barrio, en cada pueblo. Para ello debe descentralizarse la gestión al ámbito local. Cada disciplina profesional desarrollará sus competencias, con nuevas funciones que reequilibren el trabajo de los equipos. Las áreas administrativas serán claves en el rediseño de los equipos. El trabajo en equipo debe salir reforzado.
La integración de las nuevas tecnologías contribuirá a la autorresponsabilidad del paciente en su salud y deberá facilitar a los sanitarios su trabajo. Pero el futuro que veo no será mañana, estos cambios necesitan de una inversión fuerte y de decisiones políticas valientes.
Mañana me encontraré una consulta imposible, con una nueva agenda ampliada, con tiempo muy insuficiente para cada paciente, salas de espera que no serán suficientes para los nuevos aforos ahora que se abrió la cita presencial sin ningún plan organizativo. Encontraré pacientes que habrán pedido cita a su médica, que muchas veces no será el recurso más eficiente. Atenderé pacientes de mis compañeros ausentes a los que no conozco, en huecos de agenda inexistentes. No podré hacer educación para la salud ni actividades preventivas, no tendré oportunidad para el trabajo con la comunidad, no daré apoyo formativo adecuado a mi alumna ni a mis residentes, dejaré la atención domiciliaria fuera de mi horario laboral. Me despertaré angustiada, el futuro no será mañana.