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La realidad política española de hoy, ahormada y dirigida a su capricho por Pedro Sánchez, apenas daría para un microrrelato sobre una vida política cuyos éxitos se suceden sin parar, según las oportunas -y oportunistas- bendiciones del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que preside José Félix Tezanos. Y aquí terminaría el cuento, es decir, el microrrelato de nuestra realidad política actual.
Sin embargo, todos sabemos que nuestra realidad se compone de muchos más datos que los que ofrece el CIS. Y, ¡qué casualidad!, sus datos tampoco coinciden con otros de signo contrario de fuentes con credibilidad, que subrayan la inutilidad de la reunión Sánchez-Aragonés, porque de esa «reunión sin prisas» no consta que haya surgido ningún acuerdo. Y así avanzamos, a marchas forzadas y sin ningún horizonte.
Probablemente Sánchez cree que con esto satisface a unos y a otros, y gana tiempo con vistas a las próximas elecciones, que serán cuando él lo crea oportuno, o, en cualquier caso, cuando Dios quiera. Porque de todo este galimatías es muy difícil salir sin luz y taquígrafos. Y, por si nos faltasen enredadores, ahí están los de Junts per Catalunya decididos a embrollar aún más la madeja, con Puigdemont sorprendido en Cerdeña por orden del Tribunal Supremo.
Lo cual equivale a decir que seguimos en lo que algunos llaman «la normalidad de siempre», mientras que otros ya hablan de una «anormalidad de siempre» que no tiene visos de cesar. Porque el horizonte político español -Sánchez mediante- no parece capaz de salir de este microrrelato de una realidad cambiante, que en realidad no cambia. Por eso el microrrelato se mantiene estancado o paralizado, incapaz de ofrecernos una definición o una explicación de lo que puede -o debe- ser nuestro futuro.
En realidad, estamos ante una incógnita que no sabemos cómo despejar. Si es verdad, como dijo Kant, que la inteligencia del individuo se mide «por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar», podemos decir que en España gozamos de muy buena salud, porque incertidumbres no nos faltan. Sánchez nos lo garantiza. Fin del microrrelato.