Existe un bum en la inversión en criptoactivos alimentado por un mercado de cifras récord. Por capitalización de mercado, el bitcoin, la divisa digital de referencia, ya alcanza los mil millones de dólares y las criptodivisas, en general, copan nueve de las diez mejores inversiones desde septiembre del 2020. Y las noticias no dejan de sucederse: El Salvador sirve en estos momentos de laboratorio de pruebas al adoptar como moneda oficial el bitcoin, mientras que China ha anunciado que prohíbe las actividades relacionadas con las criptodivisas.
Pero si nos abstraemos del ruido, que es mucho y propio de un fenómeno global tan rupturista, ¿qué hay que saber antes de invertir en criptos?
En primer lugar, hablamos de activos no materiales, que funcionan como dinero digital, pero sin tener el respaldo de ningún banco central o autoridad. A menudo se compara con el oro como recurso finito -del bitcoin solo se fabricarán 21 millones de unidades-, pero no es lo mismo. A diferencia del preciado metal, que sigue siendo el activo más seguro, el bitcoin y resto de criptomonedas generan incertidumbre. Sin que ninguna institución las vigile ni garantice su seguridad, son presa fácil de ataques informáticos, que solo pueden denunciarse como estafas.
Tampoco puede considerarse una inversión sostenible. El inversor suele acudir a una plataforma o bróker para hacerse con criptomonedas a cambio de divisas, como el euro. Pero la obtención real de criptos se hace a través del conocido como minado, es decir, vía conexión de un ordenador a la red principal para contribuir a la generación de nuevas divisas digitales, lo que supone emplear una cantidad de energía ingente a nivel planetario.
La tributación de esta inversión es otro elemento a tener en cuenta. Cuando convertimos una criptomoneda en FIAT (moneda de curso legal, como el euro) se produce una alteración del valor del patrimonio que tendremos que consignar en nuestra Renta, gravado entre un 19 % y un 23%. Además, la recién aprobada ley de medidas contra el fraude fiscal iguala la tenencia de criptos en el extranjero con la de bienes y moneda FIAT, con la obligación de declarar por el modelo 720 estas inversiones y cuantiosas multas de hasta 5.000 euros por facilitar información errónea, que no prescriben.
La volatilidad que caracteriza este mercado es síntoma de que se encuentra en pleno crecimiento, de ahí también su irresistible atractivo para los inversores más avezados. Y el avance, que está siendo meteórico, también facilita que el inversor medio tenga cada vez más facilidad para participar de este bum; hemos de insistir, por tanto, en que es una inversión de gran volatilidad, la plataforma que escogemos debe garantizar todos los derechos del inversor -evitando caer en chiringuitos financieros- y debemos consultar a un asesor fiscal para declarar correctamente la inversión.