¿Necesita el PSOE un Podemos fuerte?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Andrés Rodríguez

26 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Se escriben estos días en España, a raíz del triunfo del SPD en las elecciones alemanas, multitud de artículos sobre el supuesto auge de la izquierda en Europa. La intención, lógicamente, es incluir al Gobierno español en esa teórica pujanza izquierdista. Ese análisis voluntarista obvia el hecho de que, después de 16 años de complicado mandato de Merkel, con dos crisis económicas de por medio, los socialistas alemanes solo se han impuesto por un raquítico 1,6 % de los votos a una CDU con un candidato desastroso, y el de que el SPD va a gobernar en coalición con un halcón de la austeridad como el liberal Christian Lindner. Ignora también ese análisis, intencionadamente, que la izquierda en Francia ni está ni se la espera, (los socialistas son séptimos en los sondeos con un 4,6 %); que en Reino Unido ni siquiera la incompetencia de Boris Johnson rearma a los laboristas de Keir Starmer, o que el socialismo portugués, que gobernaba como si no fuera de izquierda, está en plena crisis con sus socios y acaba de perder la alcaldía de Lisboa frente a la derecha.

Pero, al margen de esa interpretación voluntarista de la realidad europea, sorprende que se pretenda situar a la izquierda española en ese supuesto grupo en auge cuando todas las encuestas -excepto los chistes de Tezanos- indican no solo que el PSOE y Unidas Podemos cotizan a la baja, sino que el PP obtendría ahora en solitario más escaños que los dos miembros de la coalición juntos y podría alcanzar la mayoría absoluta con Vox. Más allá de los fuegos artificiales del reciente congreso del PSOE, Pedro Sánchez es perfectamente consciente de su deriva negativa en los sondeos. Un tobogán que se empina para él por el lastre que supone gobernar con ministros que acusan de prevaricadora a la Justicia -¡y hasta al propio PSOE!-, y abrazarse políticamente con los herederos de ETA, con los insolidarios secesionistas catalanes y, en general, con todo aquel que odia a España.

Sánchez, asustado, trata ahora de darle la enésima vuelta a la veleta declarándose un moderado socialdemócrata, pronunciando cada vez menos la palabra izquierda e impulsando por fin a Nadia Calviño para tranquilizar a la UE. Pero, al tiempo, su debilidad política le lleva a cometer errores catastróficos como alentar la plataforma que promueve Yolanda Díaz diciendo que para gobernar tras las próximas elecciones necesita que «todo el espacio progresista esté en forma». Un análisis deprimente para el votante del PSOE, porque implica renunciar de salida a la voluntad mayoritaria que siempre tuvo el socialismo español. Pero es que, además, ¿con quién cree Sánchez que compite Yolanda Díaz? Cada escaño que sume el «frente amplio» será un escaño menos para los socialistas. Es como si el PP dijera que necesita un Vox «fuerte». Como resultado de ese batiburrillo estratégico, el PSOE puede acabar pagando en solitario los platos rotos de las reformas necesarias para cumplir con la UE, mientras Podemos, que estaba en la UCI, resucita sin asumir costes y acusando a Sánchez de negarse a derogar la reforma laboral. Todo un éxito.