Preocupa la crisis abierta en los últimos días en el seno del Gobierno de coalición entre sus dos socios, Podemos y PSOE. Lo ocurrido con el diputado del primer grupo, Alberto Rodríguez, o las últimas tensiones entre la ministra de Trabajo y la de Economía sobre la reforma laboral indican diferencias que dificultan su estabilidad. Las presiones de Calviño representan el sentir de los poderes fácticos, tanto patronal como el sector más conservador de la UE. Esa batalla entre las dos almas del Gobierno, que de alguna manera representan las de la izquierda española, están haciendo mucho daño a la base social de ambos partidos, para regocijo de la derecha, tanto política como económica.
De nuevo el cainismo histórico de esa izquierda puede poner en peligro, como acaba de ocurrir en Portugal, la posibilidad de gobernar con estabilidad en el tiempo. Lo que se gana en las urnas se acaba perdiendo en luchas partidistas, que en este caso tienen una base ideológica, destapando las contradicciones que existen en el seno del PSOE, que en su 40 congreso aclamó la referencia de su secretaría general a la derogación laboral, mientras que ahora está permitiendo a su ala más liberal tensar la situación.
Pedro Sánchez, con sus últimas decisiones y nombramientos, se acaba de desembarazar del sector más a la izquierda del socialismo español (Ábalos, Calvo, Perelló, Elorza) y, al dar alas a Calviño y Escrivá, parece que se decanta por el más liberal. Según parece, se encuentra más cómodo al lado de quienes le apoyaron en sus primeras primarias que con los que lo hicieron en las segundas. Afortunadamente para los sectores progresistas que le apoyamos, en el Gobierno está Podemos y fuera de él los sindicatos UGT y CC.OO., que nutren a ese partido de la mayoría de su base social.
Parece que la llegada de un centrista como Óscar López ha producido un giro en Sánchez, cediendo a las presiones de los poderes fácticos internos y externos, realizando un giro a su derecha que podría resultar suicida.
Después de la frustración producida en el 40 congreso en esos sectores más a la izquierda del PSOE, ya se empiezan a escuchar en privado voces de afiliados que reconocen que estarían dispuestos a votar a Yolanda Díaz, e incluso recientes encuestas señalan que el 17 % de sus votantes le podrían abandonar, apoyando a la actual ministra de Trabajo.
Todo esto ocurre en un instante donde la derecha se fortalece y el futuro económico, que parecía aclarado tras la pandemia, comienza a tomar tonos grises próximos al negro. Panorama susceptible de empeorar si las tensiones por la reforma laboral acabaran con un enfrentamiento, además de entre socios del Gobierno, con los sindicatos.
Sánchez debería grabar en la pared de su despacho la frase de Pasionaria-Zapata, «más vale morir de pie que vivir de rodillas», y no claudicar ante los poderes fácticos que representa Calviño, antes de que sea tarde.
Veremos...