Ha habido primarias de los socialistas gallegos. Los afiliados, convencidos de que el partido es de los militantes, han podido elegir a su secretario general, pero las listas de diputados o concejales no las van a decidir ellos sino la comisión pertinente. Las primarias son procesos orgánicos que sirven para dirimir cuitas internas. Unas primarias regionales suponen un desgaste para el partido. Si se presenta un único candidato, se consideran un paripé; si se presentan dos, se dice que el partido está roto; si se presentan más, que es un nido de víboras.
Dos candidatos, Caballero y Formoso, correctos en las formas, han cotejado en un debate público modelos de país, cuando se entiende que su modelo de país es el mismo y que el debate debiera ser orgánico e interno; han contrapuesto teoría y gestión; han competido por el orgullo de ser más o menos socialistas o socialdemócratas; han echado la culpa de malos resultados electorales al coronavirus; se han echado en cara incomparecencias; han confundido baronías y alcaldías; han pedido unión cuando en redes y pasquines se fomentaba la división.
Los resultados muestran una dualidad territorial, una dicotomía norte-sur. Algunos valoran la participación del 70 %; pero en el PSdeG apenas hay unos 10.000 afiliados. Otros están contentos con que su favorito haya ganado en su agrupación por unas decenas de votos; pero a las agrupaciones mayores han acudido poco más de 400 votantes. Formoso ha vencido con el 60 % de los votos, obtenidos per se y por la ayuda de las alcaldías, pero ha conseguido la mitad de esos votos en la provincia de A Coruña, de cuya Diputación es presidente. Ha sido más determinante el poder institucional que el empoderamiento de la militancia. Caballero ha perdido con el 40 % de los votos, algo más de un tercio de ellos en la provincia de Pontevedra, pero es portavoz de un grupo parlamentario que queda al albur durante varios años. No se sabe si ha sido determinante o no el supuesto apoyo de Sánchez.
El nuevo secretario general tiene un amplio conocimiento de la administración local y el partido. Deberá aplicarse en la reorganización del mismo, para conseguir una mayor implantación territorial y para incorporar a personas con tirón electoral en sus respectivos ámbitos. En tiempo de pragmatismo no se trata de ir por ahí pegando etiquetas de galleguismo, feminismo, ecologismo o izquierdismo. Las primarias solo han sido un tiro en el pie.