El proceso de transición ecológica y las energías renovables pueden ser claves para la dinamización de comarcas enteras de la denominada España vaciada. Los gases renovables son ya una alternativa madura y fiable, con una intrínseca vinculación con las actividades agrícolas y ganaderas, entre otras, que son tan relevantes en una comunidad como Galicia. El sector agropecuario aquí lleva años modernizándose, pero no genera a veces la rentabilidad mínima necesaria y obliga a pensar en soluciones complementarias que ofrezcan no solo un retorno económico, sino también innovación y competitividad. Y los gases descarbonizados pueden ofrecer esa oportunidad.
El biogás se obtiene a partir de desechos orgánicos, como residuos ganaderos y agrícolas, de los lodos de estaciones de depuración de aguas residuales y de los residuos orgánicos urbanos. Es un gas que tiene la consideración de renovable por su reducida huella de carbono. Además, su proceso de depuración permite la obtención de biometano que, por su composición similar a la del gas natural, permite su inyección directa en la infraestructura gasista y su consumo en aquellos sectores de difícil descarbonización.
España atesora un enorme potencial pues contamos con la cabaña de ganado porcino más grande de toda Europa, la tercera de vacuno y un no menos destacado sector avícola. Además, tenemos una destacada industria agroalimentaria que abastece de frutas y verduras a media Europa. Igual que ocurre con la industria de transformación cárnica y hortofrutícola. Por tanto, por la relevancia de estos sectores en Galicia, esta es una de las comunidades que más podría beneficiarse del desarrollo de los gases renovables, ofreciendo además soluciones adecuadas a la gestión y tratamiento de los siempre problemáticos residuos orgánicos.
Ofrece ejemplos destacados como el de Lence, Norvento y Agroamb que promueven dentro del proyecto Riazor la construcción de una planta de biogás en Lugo con una capacidad de digestión anaerobia de 55.000 toneladas de residuos anuales, procedentes principalmente de la industria láctea, para convertirlo en biometano e inyectarlo después a la red gasista. Otro es el de la investigación y colaboración público privada en Edar Bens. Una instalación que depura las aguas residuales de A Coruña y cuatro municipios de la comarca. También el proyecto de Innolact para levantar una planta de transformación de residuos industriales en biogás. Ahora ya operan 146 instalaciones de biogás en España, pero es una cifra lejana respecto de las 19.000 instalaciones operativas en Europa. Esta comparativa denota el amplio margen de crecimiento que aún podemos experimentar. La UE nos ha situado como el tercer país con mayor potencial en gases renovables a nivel europeo, solamente por detrás de Francia y Alemania.
Observamos cómo se están sentando las bases en nuestro país para su despliegue, en particular del biogás, y Galicia tiene la oportunidad de liderar este sector en los próximos años. Desde Sedigas, seguiremos trabajando con las instituciones y el sector privado para lograr un marco regulatorio estable que determine las condiciones propicias para el completo aprovechamiento del potencial de esta energía renovable, que nos ayude a cumplir los ambiciosos compromisos climáticos y de descarbonización, además de promover una España más justa, vertebrada y cohesionada territorialmente.