Socios para tapar la nariz

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | Efe

27 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez salvó la situación. Si no hay ningún terremoto, que es lo único que le falta a este país, puede seguir en la Moncloa por lo menos hasta las próximas elecciones. La perspectiva de futuro no puede ser más positiva para él: los Presupuestos, si algo falla, se pueden prorrogar; dispone de una mayoría de 188 escaños de once partidos que no tienen a nadie mejor que respaldar; es imposible que prospere una moción de censura; carece de problemas mentales ni éticos para hacer concesiones a quienes le apoyan en momentos de dificultad… Y, como a él ganas no le faltan, tenemos Sánchez para rato. Por lo menos, para completar la legislatura y ser presidente de turno de la Unión Europea en el segundo semestre del 2023, que probablemente es su próxima ambición.

Otras cosas son las condiciones y la música que acompaña al éxito. Las condiciones son que los apoyos, siendo legales, no son los más deseables: son partidos políticos que hace nada proponían que se suprimiese el título de rey o que se derogase la amnistía de 1977; que consideran indecente la democracia española; que están detrás de las consignas de «Catalunya no te rei»; que tratan de romper España; que con frecuencia propugnan la insumisión a la legalidad española y que no demuestran lealtad a la Constitución ni han tenido gestos de fortalecimiento del Estado y sus instituciones. Como solemos decir, «esos son los bueyes con los que hay que arar» y Sánchez no tiene otros. La duda podría ser si los quiere tener, y el año pasado se demostró que sí: podía haber pactado los Presupuestos con Ciudadanos, contaba con el sí de Inés Arrimadas y no solo la despreció, sino que la dejó en ridículo. Como también se suele decir, «compuesta y sin novio».

La música a que me refiero la puso la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que, en conversación con Juan Ramón Lucas en La Brújula de Onda Cero, echó al Partido Popular la culpa de haber tenido que negociar con once partidos. Ya empieza a ser habitual este tipo de disculpas: cuando algo falla, la culpa no es del Gobierno, sino de la oposición. Vamos a ver: ¿se ofreció alguna vez a Pablo Casado negociar los Presupuestos? ¿Pasó alguna vez por la cabeza de Pedro Sánchez la idea de prescindir de Esquerra, del PNV o de Bildu para redactar unas cuentas a gusto de la derecha? Si la señora Montero cree que ha sido así, la engañó su presidente. Si no lo cree, está fabricando una excusa demasiado barata.

Las cosas son mucho más sencillas: Pedro Sánchez elige a sus apoyos y hace lo imposible para obtener su respaldo. Sabe que su continuidad ahora y después de las siguientes elecciones depende de los nacionalistas y los independentistas. Ellos son, sorprendentemente, los garantes de la estabilidad. Acéptese y dígase, aunque sea, como recientemente propuso Odón Elorza para renovar el Constitucional, «tapándose la nariz».