Estamos en el mes donde todos nos lanzamos como locos a hacer predicciones. Qué va a pasar en la economía, ¿mercados al alza o a la baja? Ay, ¿y la inflación? ¿Y las cadenas de suministro?
En el plano más macro, el 2022 nos traerá recuperación económica, aunque quizás más suave de lo que nos gustaría; las bolsas se rearman, el escenario geopolítico se complica y los rumores del fin de las medidas de estímulo por parte de la Fed y su impacto en los tipos de interés pueden convertirse en realidad.
En el ámbito más empresarial, me atrevería a decir que el entorno organizativo vive su propia revolución acelerada por la pandemia, y se intensificará en el 2022.
Para evitar ser arrollados por el cambio, es necesaria en la empresa una mentalidad más cercana al emprendimiento y, al menos, tres aspectos:
1.- Un nuevo liderazgo. Se necesita que, desde el liderazgo empresarial, se identifiquen, claramente, los cambios sociales, tecnológicos y normativos —por citar algunos— que se están produciendo. Directivos con habilidad para entender cómo capturar las oportunidades y actuar sobre el cambio con un estilo de liderazgo más propio de las organizaciones exponenciales y afín a este nuevo ecosistema competitivo.
Nuevos tiempos requieren de nuevas habilidades. La resistencia de muchos directivos a entender esta necesidad de exploración del entorno y de búsqueda de nuevos perfiles es lo que explica, en parte, que cerremos el 2021 con un proceso de renovación relevante de primeros directivos. Según un informe de Bank of America referido a grandes cotizadas europeas, en el 2021 fueron reemplazados 213 consejeros delegados y más de 200 directores financieros. La renovación está en marcha.
2.- Un modelo organizativo diferente. Vivimos en una era digital. Con una velocidad exponencial. Y unos esquemas organizativos propios de una era industrial. Una reciente encuesta mundial de McKinsey reflejaba el convencimiento de los líderes empresariales de que la mitad de sus ingresos a cinco años vista vendrán de productos, servicios o negocios que aún no existen. La innovación, por tanto, se convierte en una palanca de primer nivel para la supervivencia.
Las empresas preparadas para el futuro se caracterizan por operar con velocidad, simplicidad y con una mejora constante de su capacidad de aprender e innovar.
Esto deja fuera de juego a las antiguas reglas de statu quo, jerarquía, burocracia y foco al control, más propios de un mundo previsible y lineal. Ya no va a ser eficaz. En su lugar surge un modelo más flexible, conectado, con una automatización sin precedentes, con procesos escalables y organizativamente mucho más plana.
Y más rápida. Para evitar estar en permanente sentido de la urgencia, hay que integrar la velocidad en la forma de hacer natural. Una mentalidad ágil, que no es hacer las cosas rápido, sino con equipos transversales autoorganizados, acercando las decisiones estratégicas al mercado y al cliente con mentalidad de tolerancia al error, que aprovechan la inteligencia de los datos y algoritmos para escalar ventajas competitivas.
En definitiva, la organización del futuro se parecerá más bien poco a la que existía hasta el 2019.
3.- Un espacio físico que impulsa la nueva organización y sus valores. Resulta difícil defender una nueva organización con un modelo de trabajo esencialmente presencial y un espacio físico de gestión analógica, con directivos encerrados en sus despachos, con un sistema rígido de espacios departamentales que conducen a cualquier cosa menos al trabajo colaborativo y transversal que fomente la innovación.
No es ciencia ficción. Esto ya es una realidad en algunas empresas. Si alguien quiere saber cómo es la oficina del futuro, tiene un ejemplo palpable en la recién inaugurada sede de Accenture en Madrid. En ella se fusiona la tecnología conectando los distintos espacios, ambientes y equipos; con control en tiempo real de las variables medioambientales que ayudan a preservar la salud de sus profesionales y con sensores de actividad que miden los índices de ocupación y uso, generando una información que permite establecer modelos predictivos —regulación de la climatización, limpieza o control de aforos para un espacio sostenible y colaborativo con clientes—.
En resumen, todas las épocas tienen sus retos empresariales, en esta para poder seguir siendo competitivos es necesario que a la transformación del negocio acompañe el cambio profundo de la organización. La buena noticia es que muchos de los que, hoy en día, son los grandes unicornios de los negocios, como Airbnb, Slack y Uber, son hijos de la Gran Recesión. Crucemos los dedos para ver qué nos traen los hijos de la Gran Pandemia.