«Caperucito rojo» y el lobo

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | Efe

31 dic 2021 . Actualizado a las 08:32 h.

Lo malo de los cuentos es que cuando uno se hace mayor comprueba que lo son. Ni las fregonas se casan con los príncipes, ni los leones se enamoran, ni las nietas recuperan a sus abuelas si un lobo se las come. Como en el poema de José Agustín Goytisolo, que Paco Ibáñez tan bien musicó e interpretó, solo en un mundo al revés los lobitos buenos son maltratados por los corderos, y, aunque sí puede haber príncipes malos, no hay piratas honrados, ni tampoco hermosas brujas.

Es muy probable que ayer Pedro Sánchez se despertase del mundo al revés que nos pintó en su largo anuncio de fin de año pagado con fondos públicos con la noticia de que la tasa interanual del IPC subió 1,2 puntos en diciembre y se situó en el 6,7 %, la más alta desde marzo de 1992, es decir, desde hace ¡29 años! Casi nada.

Como casi nada significa la noticia que yo recordé el miércoles aquí: el informe de The Economist (Which economies have done best and worst during the pandemic?) que coloca a España de último entre los 23 países ricos analizados, por ser aquel donde más ha caído el PIB (-6,6 %), más se han reducido los ingresos familiares (-6,3 %), más han bajado las acciones empresariales en la bolsa (-7,2 %) y el tercero en que más caído la inversión (-6,5 %).

Pero, como no solo de pan vive el Gobierno, al presidente del de España también se le olvidó mencionar en su publirreportaje que el 2021 ha sido el año en que el Tribunal Constitucional declaró inconstitucionales el primer y el segundo estados de alarma y el cierre del Congreso durante la pandemia; en que el manejo del caso Gali por uno de sus ministros, ahora condecorado, como todos, con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, provocó la mayor crisis con Marruecos en muchos años; en que violó su palabra, empeñada incluso en una declaración institucional, de no indultar a los presos golpistas; en que, aun siendo cierto (el truco del almendruco) que ha aprobado dos presupuestos seguidos, eso fue después de que tuviera que prorrogar los de 2018 en 2019 y 2020, algo completamente insólito; en que el PSOE ha blanqueado definitivamente ¡como una fuerza democrática! a EH Bildu, que hoy homenajea a uno de los etarras más sanguinarios; o en que sus promesas de regeneración democrática se han quedado en ataques al poder judicial que ningún gobierno desde 1977 se había permitido, como, entre otros, calificar de «venganza» la sentencia del procés.

Por lo demás, y en el primer problema del país —la lucha contra el covid— el Gobierno se ha distinguido en el 2021 por dos hechos sobresalientes: seguir negándose a aprobar la ley de pandemias, que facilitaría el trabajo de las comunidades; y haberles endosado combatir los contagios, para lo que ha sido fundamental un monumental proceso de vacunación en el que el Gobierno no ha intervenido para nada, salvo para hacer lo que mejor sabe: propaganda.

Pero en la vida real no hay caperucita roja (ni caperucito rojo, ¡ojo con la corrección política!) que, antes o después, pueda resistir al lobo.