Cruces y gente normal

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

XAIME RAMALLAL

05 ene 2022 . Actualizado a las 08:56 h.

No sé si hay un momento en el que una persona normal se convierte en político. No me refiero a un alcalde minúsculo de un pueblo sin secretario municipal, sino a un auténtico padre de la patria, de diputado para arriba, uno de esos individuos que siempre están a punto de pensar demasiado bien de sí mismos y con una predisposición cierta al usted no sabe con quién está hablando. Habrá muchos en los que ese cambio de sustancia nunca acontece porque nacieron ya con el meollo del poder en algún lugar de su doble hélice pero quienes aparcaron en el escaño tras partir de lugares comunes han tenido que notar algo en su cuerpo, una punzada, una revelación o un eureka que indicaba que dejaban de ser nosotros para convertirse en ellos. Es la teoría de la gente normal que con ímpetu enarboló por los platós el primer Pablo Iglesias durante el pleistoceno anterior del posbipartidismo y que enseguida se estrelló con su realidad. Una hipótesis que traducía la teoría de las élites de Gaetano Mosca para conmover a una masa doente que andaba escarallada por la voladura económica de la gran recesión.

Podrían acusarme con todo esto de populismo flagrante y de descuidar con el parloteo a todos los políticos excelentes, pero a veces, algunas veces, el cantor tiene razón. El Gobierno entregaba hace unos días la Gran Cruz de Carlos III a los ex ministros del PP y a los ex ministros del PSOE, desde José Manuel Soria a Maxim Huerta, una lista enorme en la que el mérito común era haber formado parte de los últimos gobiernos de España. La pomposa distinción condecora a aquellas personas que se han destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y de la Corona. Sorprenden tantos ministros y tan poca gente normal.