Entre las distintas variedades de kiwis existen mínimas diferencias, pudiendo ser de dos colores: verde (un poco ácido) y amarillo (más dulce). Maduran en invierno, aunque los encontrará a la venta en cualquier época del año.
Son conocidos por ese nombre en honor a un ave neozelandesa considerada símbolo de ese país, aunque la denominación original era china. En España se cultiva la variedad Actinidia deliciosa.
Elija los que no presenten manchas ni golpes, tratando de evitar los blandos o con olor dulzón. Pueden conservarse dentro o fuera de la bolsa a temperatura ambiente unos 15 días, en la nevera durante un mes y congelados unos seis meses.
En su composición nutricional se destaca que 100 gramos aportan unas 60 calorías y contienen poco sodio y poca grasa, presentando, sin embargo, un gran porcentaje de agua, fibra alimentaria (soluble e insoluble), vitaminas (ácido fólico, A, D y C) y minerales (potasio, hierro y magnesio).
De sus propiedades se destaca que son muy nutritivos y tienen efectos antioxidantes, siendo recomendables para niños, embarazadas, jóvenes y deportistas por su aporte de ácido fólico y vitamina C (más del doble que la naranja). Mejoran el estreñimiento y generan saciedad, importante si se pretende reducir peso. El verde contiene actinidina, enzima que favorece la digestión de las proteínas ingeridas con la comida y el proceso digestivo general.
Cuidado si es usted alérgico a frutas como papaya o piña, porque contienen enzimas similares y puede serlo al kiwi también. Hay personas a las que no les sienta bien porque las semillas resultan difíciles de digerir.
Puede consumirse directamente, partiéndolo a la mitad y comiéndolo con una cuchara o cortándolo en rodajas o trozos de pequeño tamaño. Se emplea para preparar mermeladas, helados, sorbetes, granizados, pasteles, ensaladas, salsas o como elemento decorativo en bebidas y tartas. Asimismo, combina bien con carne, gambas o queso y pueden prepararse sencillas recetas usándolo como ingrediente.