«Os escribo mientras espero la guerra»

Oleksandr Pronkevich

OPINIÓN

María Pedreda

27 ene 2022 . Actualizado a las 11:14 h.

Soy Oleksandr Pronkevich, catedrático de Literatura Española y decano de Filología en la ciudad de Mykolayiv, que está situada en el sur de Ucrania. La Voz de Galicia me ha pedido un testimonio sobre la situación actual en mi país. He decidido describir un lunes vivido por mí mientras estamos esperando la guerra.

El día comenzó como siempre. En la superficie no pasaba nada. La vida cotidiana seguía su rumbo, con sus primores y chapuzas: las tiendas estaban llenas de gente y todo funcionaba en su ritmo regular. Sin embargo, el lunes empezó mal: mi colega, un profesor norteamericano que da clases en mi universidad, me informó de que él y todos sus compañeros deben evacuarse a Polonia lo antes posible porque la invasión rusa amenaza a Ucrania. Y todo el día las noticias alarmantes estaban bombardeando mi pobre mente y mis nervios. Yo recibía preguntas y palabras de apoyo que me mandaban mis amigos y colegas en España y otros países del mundo. En cada mensaje se repetía la preocupación por mi destino y por el destino de mi país. Los medios de comunicación divulgaban las informaciones de que los familiares de los diplomáticos de EE.UU., Gran Bretaña, Austria y Alemania estaban saliendo de Ucrania para proteger sus vidas. Una colega mía me llamó desde Dnipro para pedirme una ponencia para un congreso y me comunicó que había visto un avión americano de vigilancia volando sobre su ciudad. En la radio, dos tertulianos hablaban sobre las perspectivas de la guerra y uno de ellos dijo que en diciembre del 2021 él evaluaba la posibilidad de la invasión rusa: expresada en porcentaje, en un 90 % imposible y un 10 % posible, y que el porcentaje en enero era de 50-50. Otra persona que participaba en el programa insistía en que la invasión tendría lugar obligatoriamente, pero, dijo, las personas tenían más probabilidades para sobrevivir que en las guerras «normales»: ahora los rusos no van a lanzar a tierras ucranianas tanques y soldados, porque el ejército ucraniano tiene fortaleza para resistir, lo que acabaría en una procesión de miles y miles de ataúdes que recibirán madres en Yaroslavl, Ivanono o Novosibirsk; ahora es suficiente destruir el sistema nacional de suministro energético o de agua con dos o tres ataques de armas inteligentes para sumir Ucrania en el caos. En este caso, no habrá muchas víctimas civiles, pero los rusos tomarán el país con sus manos desnudas.

Yo intenté protegerme contra este ruido insoportable hundiéndome en mis trabajos de decano, redactando la tesis de mi doctorando, utilizando todas mis capacidades del pensamiento crítico. Sin embargo, no conseguí mi equilibrio emocional porque dos preguntas torturaban mi cerebro como estiletes. ¿Podrán los rusos invadir Ucrania? Sí, sin duda alguna, porque ellos ya han invadido dos partes de mi país. A ellos les duele el imperio y ellos saben que sin Ucrania no habrá ningún imperio ruso. ¿Se atreverán ellos a invadir Ucrania teniendo miedo de que haya víctimas? No lo sé, y nadie lo sabe.

Por fin, el lunes terminó y llegó la noche, aunque no me trajo ningún alivio.