EE. UU. y el covid

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

SHAWN THEW

07 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El premio nobel de economía Paul Krugman ha subrayado en The New York Times la insólita paradoja o desconexión que se percibe entre la valoración positiva que tiene cada estadounidense de su propia situación económica y la pesimista apreciación que tienen casi todos de la economía de Estados Unidos en general. Una extraña singularidad que podría perjudicar electoralmente al presidente, Joe Biden, y favorecer a los seguidores de Donald Trump. Porque la desconexión entre ambas apreciaciones podría inclinar la balanza de algún modo extraño e inesperado.

El presidente Biden podrá mantener una sólida campaña contra sus adversarios, pero difícilmente podrá atraerlos al buen camino, porque la perseverancia negacionista de estos sigue estando bien acreditada y no ha disminuido ni desmayado. ¿Ponen en riesgo a la gente con su actitud? Sin duda, pero nunca lo reconocerán si antes no admiten la dimensión real del efecto contagioso del covid. Porque la realidad es que muchos republicanos mantienen una postura antivacunas que pone en peligro la economía (y la propia vida) de los estadounidenses.

Quizá ya pasó la hora de buscar una conciliación razonable, porque la confrontación ha seguido —y sigue—, sin que tenga visos de ceder. De hecho, en buena medida comparece cada vez más enconada y envalentonada, mientras Donald Trump contempla con satisfacción el panorama de la división en el país y alimenta sus expectativas, nunca agotadas del todo. Un panorama que condiciona la propia imagen internacional de EE.UU., con demasiados analistas perplejos e inseguros sobre el futuro.

Cabe pensar que, si no se complican las cosas (y en particular el conflicto con Rusia sobre Ucrania), el presidente Biden conseguirá enderezar la situación. Pero los analistas más cualificados consideran que esto sucederá lentamente, porque la sociedad estadounidense quedó dividida tras el mandato de Trump y aún perviven las consecuencias de los enconos surgidos en la última batalla electoral, en la que ciertamente ganó Biden, pero sin que la incógnita trumpista fuese borrada del mapa.