Castilla, hoy siempre, todavía

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

10 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Andan de campaña electoral por tierras de Castilla y se habla de la España vacía, de las ventajas del campo sobre la ciudad, de las faenas de toda la vida (ganadería, toros, caza), de lo bueno que es comer carne, de lo importante que es expresarse en castellano, de comunidades emergentes y decadentes, de la fallida unión con León, de Castilla como cerne de la patria, entre otros tópicos. Las encuestas del CIS y de otras empresas demoscópicas nos hacen ver que estamos en el siglo XXI, pero el contenido del rifirrafe político nos retrotrae a la Castilla del tránsito entre los siglos XIX y XX.

Por entonces, España perdía lo poco que le quedaba de su imperio colonial; se recolocaba el nacionalismo español a la par que brotaban los nacionalismos periféricos. Ya había quien hablaba de naciones exitosas y naciones fracasadas. Ya había los ortodoxos nacional-católicos, los heterodoxos anti-clericales, los anti-sistema, los anti-España, los casticistas, los krausistas, los reaccionarios, los reactivos, los partidarios de europeizar España y los partidarios de españolizar Europa. Ya había optimistas y pesimistas, pero casi todos eran esencialistas; buscaban, o inventaban, las esencias de las que consideraban su nación. Los grandes escritores de la Generación del 98, casi todos periféricos (Azorín, Machado, Valle-Inclán, Baroja, Maeztu, Unamuno) identificaban lo español con lo castellano, España con Castilla, de la cual alababan la sencillez del paisaje y la nobleza del paisanaje.

Actualmente, en Castilla y León los partidos tradicionales son simples sucursales de sus sedes madrileñas. A ellos se suman partidos y plataformas con reivindicaciones regionalistas o provincialistas (Unión del Pueblo Leonés, España Vaciada, Vía Burgalesa, Soria ¡Ya!). De una convocatoria mal calculada, planteada como confrontación entre carcas y progres, el beneficiado es Vox. Salvando las distancias, la dicotomía recuerda la polarización de antaño entre caciques, señoritos, hidalgos, campesinos, burgueses, obreros e ilustrados de clase media. Entretanto, Castilla ha ido perdiendo peso relativo en España y la vieja Castilla la Vieja ha ido envejeciéndose cada vez más.

Para uno, que no es castellano viejo, pero es machadiano: Castilla, hoy, siempre, todavía.