L os entusiastas seguidores del festival de Eurovisión calientan motores. Ya falta menos para el acontecimiento. Cargaron pilas con el espectáculo de Benidorm y se pusieron como motos con la polémica elección de la representante española.
Esa muchachada son los eurofanes, aunque muchos de ellos lo ignoren. Eurofán, así, con tilde, está en el Diccionario desde diciembre pasado. En contra de lo que pueda parecer, no es una adaptación del inglés Eurofanatic, que al otro lado del canal de la Mancha se aplica despectivamente a los partidarios de la pertenencia de su país a la Unión Europea. El término es pura creación hispana, a partir de Eurovisión y de fan, este tomado del inglés para dar nombre a los admiradores o seguidores de alguien y a los entusiastas de algo.
Del carácter netamente español de eurofán da cuenta la tilde sobre la a, aunque en muchos lugares, como Twitter, predomina la grafía eurofan, a la que corresponde la pronunciación [eurófan]. Pero el problemita aparece cuando son más de uno y hay que emplear el plural de eurofán. En los periódicos de estos días hemos encontrado unos eurofán sin flexión de número, bastantes eurofans y algunos, muy pocos, eurofanes, los únicos no contrahechos. Estos, por su novedad, disuenan a los acostumbrados a formar plurales a la inglesa, lo cual no es en absoluto recomendable cuando se emplean voces del español. Añadir a fan o a eurofán una -s es como convertir plan, can, pin, flan, pan o clan en plans, cans, pins, flans, pans y clans, cuando los hispanohablantes tenemos planes, canes y pines, comemos flanes y panes y pertenecemos a clanes.
A quienes creen que suena mal el plural en -es de voces como fan y los compuestos en los que interviene cabe recordarles que lo mismo ocurrió en su momento con otros términos de origen inglés, como corner, master o poster. Los hicimos españoles adaptando su grafía a nuestra pronunciación mediante la adición de tildes: córner, máster, póster. Lograda la nacionalidad, el plural era cosa de seguir el libro de instrucciones. Así nacieron los córneres, los másteres y los pósteres, que, tras un período de adaptación en que se fueron desterrando los monstruos córners, másters y pósters, pasaron a nuestro vocabulario cotidiano.
Que el 10 de mayo, en el evento de Turín, gane quien guste más a los eurofanes.