Ayuso frente a Casado

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Ricardo Rubio | Europa Press

21 feb 2022 . Actualizado a las 18:58 h.

Decía el gran alcalde socialista madrileño Enrique Tierno Galván que «el poder es un explosivo: o se maneja con cuidado o estalla». Está claro que la dirección del PP no lo está manejando con el cuidado necesario y que va a ser difícil evitar el estallido, con claro provecho para la coalición de izquierdas que lidera Pedro Sánchez, la cual cabe suponer que sí sabrá sacar buen provecho de todo esto. Legítima práctica política. 

El PP podía cometer el error de expedientar precipitadamente a Díaz Ayuso, sí, pero lo habría pagado caro si luego se probaba (o se percibía) que se trataba solo de una venganza. Está claro que, en este punto, los líderes populares debieran escuchar al presidente gallego Alberto Núñez Feijoo, que aportó sensatez y prudencia. Algo que el presidente del PP, mal aconsejado, no ha tenido debidamente en cuenta según parece, cumpliéndose así la máxima del gran escritor francés Honoré de Balzac de que «todo poder es una conspiración permanente».

Y es que esta es la sensación que impera. La de que quizá estamos ante un ajuste de cuentas dentro de un mismo partido. Y, en estos casos, la torpeza abunda impulsada por ambiciones, celos, rabietas y desafíos. Se supone que se busca la luz, pero más parece que se avanza en la oscuridad. Y el resultado puede ser una fragmentación.

Creo que todo debió hacerse de otra manera, sin tanto abuso de luz y taquígrafos. Porque supongo que el PP, que acaba de ganar una batalla en Castilla y León, no anda sobrado mimbres para construir una alternativa con posibilidades electorales. Entre otras cosas, porque no acaba de asentar sus relaciones con otras fuerzas políticas.

Nos dejó dicho el gran Abraham Lincoln que «si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder». Y en ello estamos. Políticos con poder, al menos en sus partidos, deben responder a la confianza que les otorgamos en sucesivas elecciones. Y esto significa un claro nivel de honradez y de autoexigencia. En este punto estamos: esperando a ver qué pasa, para juzgar la altura de miras de unos y otros, y de todos los concernidos en general.