La tercera guerra mundial ya es posible

 Jorge Quindimil
Jorge Quindimil LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

ALEKSEY NIKOLSKYI / SPUTNIK / KREMLI

25 feb 2022 . Actualizado a las 11:06 h.

Putin madrugó para declarar la guerra en Ucrania y cambiar con ello el mundo y la historia. Aún no eran las seis de la mañana en Moscú cuando Putin compareció para dar un discurso pavoroso y delirante lleno de falsedades históricas, de mentiras políticas y de perversiones jurídicas; pero, sobre todo, es un discurso lleno de odio, de rencor y de amenazas escalofriantes. Quienes quieran pararle los pies deben saber «que la respuesta de Rusia será inmediata y acarreará consecuencias que nunca han experimentado en su historia». ¿Amenaza nuclear? ¿O «simplemente» una amenaza de guerra despiadada? 

La comparación con la Segunda Guerra Mundial y hasta con la Guerra Fría es recurrente en la declaración de Putin, lo que nos da una idea del delirio en el que vive el líder ruso. Su discurso comienza con los EE.UU., y sigue con Hitler, la Segunda Guerra Mundial, o el colapso de la URSS, y menciona hasta en seis ocasiones a los nazis o al nazismo. Esta nueva guerra es, sobre todo, una lucha contra el nazismo que sigue presente en Ucrania, siendo la obligación de Rusia proceder a su «desnazificación».

Como era previsible, Rusia no deja un solo principio de derecho internacional en pie, a pesar de su cinismo al crear un artificio pueril para justificar que la guerra se fundamenta en la legítima defensa contemplada en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Al contrario, es Ucrania, evidentemente, quien puede ejercer el derecho a la legítima defensa y solicitar el apoyo —legítima defensa colectiva—, como ya ha hecho, de sus aliados y de la propia OTAN, aunque no sea miembro de la alianza. Esta es la clave: ¿qué haremos los Estados europeos y nuestros aliados para responder a este gravísimo ataque ruso a Ucrania, a la democracia y a la paz? Las sanciones no son suficientes, y hasta pueden ser inconvenientes, pues Rusia las podría eludir o compensar gracias a China —e incluso gracias a las criptomonedas—.

Putin aboca a la Europa democrática, a la OTAN y a sus aliados a una respuesta militar. Probablemente no haya respuesta militar si la situación se revierte pronto y si tiene poco alcance territorial. Pero si las acciones son de mayor alcance —con la invasión total de Ucrania— y no hay respuesta militar, estaremos legitimando la guerra como instrumento de las relaciones internacionales y, con ello, destruyendo las bases que sostienen el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Qué cerca parece ahora la tercera…