El sistema SWIFT, Society for Worldwide Interbank Financial Commnunication, es un acuerdo creado en Bélgica en 1973, que hace más rápidos y seguros los pagos y transferencias internacionales, el producto de las operacionales de mercados financieros y el comercio exterior. Durante los años que han transcurrido desde su creación ha ido incrementando su peso en el comercio mundial hasta hacerse clave. En el 2020 llegó a efectuar 32 millones de operaciones al día. El tipo de operaciones que se pueden realizar van desde transferencias en operaciones de cambio, créditos documentarios, transferencias de particulares y empresas, transferencias de valores y otras operaciones.
SWIFT, actúa de forma encriptada, ultra rápida y segura. Todo ello hace de este sistema el más utilizado en las relaciones comerciales y financieras internacionales. La alternativa es comunicar pagos o ingresos a través de procedimientos tradicionales, con bancos intermediarios. Este último, es un proceso mucho más lento, no exento de riesgos de plazo, que no genera la misma fiabilidad en grandes operaciones. Actualmente más de 11.000 entidades financieras comparten este sistema en el mundo.
Para mayor seguridad, los bancos centrales de las principales economías, incluyendo por supuesto al BCE, supervisan el cumplimiento de sus objetivos, así como de las sanciones que puedan afectar a una entidad o país en determinado momento. A pesar de que SWIFT no controla los mensajes que envía encriptados, se sabe que Estados Unidos monitorea las operaciones a través de la NSA por razones de seguridad. Al cerrar a Rusia este sistema se dificultan enormemente sus transacciones de importación y exportación así como el acceso a los mercados financieros. Solicitar préstamos internacionales o invertir, le será ahora casi imposible. Esta es una de las causas de la caída del rublo, es decir la rápida salida de los mercados de capitales de activos en rublo y su conversión a dólares y euros. Desde el 28 de febrero la moneda rusa ha caído un 25,61 %. Esto encarece enormemente sus importaciones de bienes terminados e intermedios. Otra consecuencia es la subida del tipo de intervención al 20 % del Banco de Rusia, que anula las posibilidades de obtener crédito domestico así como las de financiar las retiradas de los depósitos.
Esta es la nueva guerra que se vive en el siglo XXI, que se basa en la interdependencia económica de los países, ello dificulta las actuaciones unilaterales como la actual invasión de Ucrania sin ser objeto de consecuencias muy graves para quienes las inician.