Las otras guerras

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

DPA vía Europa Press

14 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Shackleton partió en 1914 hacia la Antártida con el objetivo de cruzar ese continente atravesando el Polo Sur, que había alcanzado por primera vez en la historia de la humanidad el noruego Roald Amundsen 35 días antes que el capitán Scott, al que dejó una nota, estalló la Primera Guerra Mundial. Entonces, con el Endurance ya en alta mar, puso un cable al secretario de Estado Winston Churchill ofreciéndose a volver, pero el político le contestó con un lacónico «proceed». E iniciaron una aventura que pasó a la historia de la exploración, como nos recuerda ahora el hallazgo del barco hundido.

Al mismo tiempo, en Dinamarca, Thomas Dinesen, el hermano pequeño de Karen Blixen, quería combatir al káiser como había hecho su padre en el siglo XIX. Pero Dinamarca no era beligerante, y ni los ingleses ni los franceses admitían extranjeros en sus tropas. Lo intentó con los norteamericanos y luego con los canadienses, que por fin lo aceptaron. Tommy era un gran deportista y un magnífico cazador, con una puntería extraordinaria. Por eso, cuando se encontró en el infierno de las trincheras de Somme, donde perdieron la vida un millón de combatientes —y que tan bien refleja Stanley Kubrick en Senderos de Gloria—, destacó de inmediato y consiguió la Cruz Victoria, el máximo reconocimiento del Imperio Británico. Pero al recogerla de manos del rey Jorge sintió un profundo vacío en el estómago: su amor, una mujer casada, no había asistido al acto. A veces en las guerras ocurren cosas inesperadas.