El tiempo pasa rápido, pero solo reparamos en ello cuando un fogonazo de realidad obliga a echar la vista atrás. Cine de barrio se ha convertido en el detonante televisivo de ese efecto bumerán. El primer aviso llegó cuando Alaska, que fue para una generación la figura iniciática que conducía La bola de cristal, se convirtió en el relevo natural de Concha Velasco. El programa de cine antiguo y mesa camilla, donde Paco Martínez Soria, Marisol y Gracita Morales son estrellas absolutas, inició un proceso de renovación de contenidos que también puede interpretarse como un toque de atención a espectadores de mediana edad.
La nostalgia con solera de la que siempre se ha alimentado este espacio ya no se nutre solo del cine en blanco y negro ni de obras creadas en la predemocracia. Hace unos días le abrió sus puertas a Pedro Almodóvar y a sus Mujeres al borde un ataque de nervios. Lo que un día fue la película ochentera más rompedora del cine español, marca España en los Óscar de Hollywood, se emitió en horario vespertino y familiar en este espacio que impone el filtro de la añoranza. También han pasado por el programa obras recientes como Manolito Gafotas. El rejuvenecimiento y el soplo de aire fresco que oxigena a este formato tradicional supone también un síntoma de que los turnos para la melancolía van corriendo.