La difícil tarea de resolver los problemas
OPINIÓN
En nuestro imaginario colectivo, permanece la importancia que tuvieron para la economía española los Pactos de la Moncloa de 1977. Fueron el origen de otros acuerdos sociales y consensos políticos en épocas de crisis. Acuerdos que suelen firmarse cuando la economía tiene graves problemas y necesita realizar ajustes que implican un elevado coste político y/o social.
¿Es comparable la situación de los años 70 con la que se vive hoy en España? Algunos problemas coinciden: el alza de los costes energéticos, la creciente inflación y la desaceleración del crecimiento económico. Otros son nuevos, como el elevado déficit público y una deuda en máximos históricos.
En los años setenta se produjeron fuertes subidas de los sueldos, muy por encima de la inflación y del incremento de la productividad. Los Pactos de la Moncloa corrigieron esa anomalía. Ahora, en cambio, los salarios están creciendo de forma moderada, y conviene que siga siendo así. Por tanto, se hace necesario un compromiso entre los actores sociales para evitar situaciones poco deseables. Por ejemplo, la lucha de los sindicatos por aumentar de forma desmedida los salarios. O la inestabilidad en la actividad empresarial, provocada por la subida de los costes energéticos.
En definitiva, España necesita un acuerdo de esta naturaleza, pues los precios están disparados, la producción de nuestras empresas se está resintiendo y los trabajadores están intentando conseguir subidas de sus salarios con el fin de compensar las pérdidas de poder adquisitivo.
Se trataría de conseguir un pacto de rentas para moderar los sueldos y también los beneficios empresariales. Eso significa que los sindicatos tendrían que aceptar que las subidas salariales estén sensiblemente por debajo de la inflación. Y, al mismo tiempo, que los empresarios destinen una parte menor de sus ingresos a repartir dividendos. Deberían, en cambio, aumentar sus inversiones para mejorar la productividad (es decir, apostar por el capital humano y el desarrollo de innovaciones). De esta manera, los trabajadores podrán obtener unos mayores salarios en el futuro. Un acuerdo social de este tipo proporciona estabilidad, tanto desde la perspectiva de los costes salariales como de la mejora de la productividad, evitando caer en una espiral inflacionista que pusiera en riesgo la recuperación.
Junto a este pacto social se necesita un consenso político para sacar adelante los Presupuestos del 2023. La situación económica es crítica y un acuerdo político entre los dos grandes partidos nacionales se nos antoja también necesario. Sería conveniente que el Gobierno intentase pactar con la principal fuerza de la oposición unos Presupuestos que, como ocurrió en 1977, tendrían que incluir sacrificios para el conjunto de los ciudadanos. En un contexto de desorden fiscal, el hipotético pacto debería contemplar la reducción del gasto público, incluido el de los entes territoriales.
En los últimos años, la economía española ha acumulado un enorme lastre de deuda pública que le impide navegar con facilidad en unas aguas nacionales e internacionales cada vez más inciertas. Un acuerdo entre el Gobierno del PSOE y el PP daría confianza a los agentes sociales y a los mercados exteriores, lo que sería muy beneficioso para el conjunto de los españoles.
Un pacto de Estado parece difícil, pero no imposible, pues a los dos grandes partidos les puede convenir. El PSOE necesita marcar distancias con Unidas Podemos y el resto del bloque de la investidura. Con el fin de llevar a cabo una política ortodoxa, en el ámbito de la economía y de las relaciones internacionales (lo que incluye subir el gasto en Defensa). Y, para hacer todo esto, requeriría el apoyo del PP. Por su parte, el Partido Popular necesita dar una imagen de moderación (tras su pacto con Vox en Castilla y León), que refuerce a Feijoo como su nuevo líder en la escena española y europea.