A veces la realidad no parece la realidad. Así es que lo real siempre supera a lo inventado. Will Smith no estaba actuando. Era él en estado puro y duro. No cometió un error. Un error se disculpa. Lo que hizo fue mucho más allá. Ejerció la violencia física y la violencia verbal contra un compañero que había hecho un chiste lamentable, con lo peor que le puede pasar a un chiste, que no tenía gracia. Encima su reacción fue un síntoma evidente de tutelaje machista sobre una mujer. El hombre que quiere poner en su sitio a otro por comentar algo de su pareja. Además del golpe, pasó de la violencia física a la verbal, por dos veces, cuando de vuelta del ring y ya sentado al lado de la princesa a la que había salvado (¿de verdad, todavía hay tipos que se creen eso?), empleó la violencia verbal con el despreciable «saca el nombre de mi mujer de tu puta boca». Nada justifica esas acciones. Era el favorito. Había perdido en dos ocasiones el premio, una, por cierto, por interpretar al boxeador Ali. Todo indicaba que iba a ganar y que iba a ser el actor más feliz de la tierra. Y la violencia, como pasa siempre que aparece, terminó con él y con su felicidad.
Will Smith, devuelve el Óscar. No te queda otra. Nunca serás el ganador del premio de la Academia. Serás el violento que cree que amar a las personas hace que sean suyas. Qué equivocado estás repitiendo «mi mujer». No es tu mujer. Ella es de ella. Como no son nuestros hijos. Los hijos son del mundo. Es el problema de los que consideran que se puede poseer a los demás. En el discurso intentó arreglarlo y lo hizo todavía peor. Otra vez el posesivo, estoy llamado al amor para proteger a mi mujer, a mi familia, ser un río (¿de violencia?) para mi gente. Ese amor no mola nada. Todos estamos solos en el mundo y solos nos protegemos. Ese lenguaje de Will Smith, «el amor te hace hacer cosas increíbles», delató una mentira que funciona demasiado en nuestra sociedad. El amor no obliga a nada ni a nadie. Las personas no somos fincas. Will Smith, no eres el muro de tu amor. Mirando en los deportes, la agresión física a un compañero está sancionada con montones de partidos. La Academia, en su código, sanciona desde el 2018 cualquier «forma de abuso, acoso o discriminación en base al género, la orientación sexual, raza, etnia, discapacidad, edad, religión o nacionalidad». Además, se especifica que la violación de este código ético tiene consecuencias que «incluyen la suspensión o la expulsión». Dicen que le prohibirán asistir varios años. Que no vuelva y que devuelva el Óscar más triste de la historia.