«Presido a provincia que exhibe os mellores resultados do PP. Neste intre, o Goberno da Deputación é o máis importante a nivel autonómico despois da Xunta; a única gran cidade na que cogobernamos é a capital; e temos gobernos populares en 61 dos 92 concellos», dijo José Manuel Baltar. Y añadió que a él le toca «vehiculizar» esas cifras y, «no seu momento», hacerlas valer en el «órgano correspondente».
Está Feijoo con un pie fuera de Galicia y comienzan los movimientos en el PP gallego. Poco ha sorprendido que sea el ourensano Baltar quien haya salido a la palestra para marcar territorio y advertir al propio Feijoo y a quien quiera que sea el sucesor que cualquier plan de futuro tendrá que tenerle en cuenta.
Más claro no ha podido ser el mensaje. Por otra parte, la forma en la que ha irrumpido el dirigente popular de Ourense pone de manifiesto lo delicado del proceso que se va a gestionar a partir de ahora. Feijoo no puede permitirse el lujo de no dejar ordenado el partido en Galicia. Hasta la fecha, su sólido liderazgo ha permitido que el Partido Popular en la comunidad haya sido prácticamente una sola voz, con un Baltar díscolo a veces, pero también sometido al engranaje de Feijoo.
Pero un mal paso y todo el equilibrio que ha costado años forjar puede irse al traste en la plaza más sólida que tiene el PP en toda España. Galicia ha sido un ejemplo de gestión y control absoluto del partido por parte de su líder. Por eso causa cierto vértigo en las filas populares el vacío que pueda dejar y, sobre todo, las consecuencias de ese vacío. De los pasos que dé Feijoo de ahora en adelante dependerá si la herencia que deja es o no envenenada. Un sucesor equivocado puede tornar la paz que ha existido en este territorio en una hasta hace poco impensable guerra por el poder o, lo que es peor, en un caos que dilapide las cuatro mayorías absolutas que ha disfrutado la derecha galleguista de Feijoo.
Quien en breve será presidente del PP en España debe tener en cuenta numerosas variables a la hora de bendecir a un candidato a presidir el partido en Galicia. Ha de ser alguien que aúne voluntades y que no genere recelos, desconfianza y rechazo. Un político que sea del agrado de Feijoo, por supuesto, y que sea bien recibido. Delicado asunto.
Y, mientras tanto, Baltar marca territorio, como ha hecho en otras ocasiones. No hay más que recordar cuando los cantos de sirena llamaron a la puerta de Núñez Feijoo en el año 2018 para suceder a Mariano Rajoy. Entonces, Baltar organizó reuniones y calibró sus fuerzas a lo largo y ancho de la provincia, puede que para pulsar apoyos a su persona. Una vez pasados aquellos días, resumió: «Estuvimos expectantes, nada más, pero que nadie dude de que, cuando toque, Ourense tendrá su opinión».
Así están las cosas, se vienen tiempos decisivos. Parecía que el reinado de Feijoo en Galicia iba a ser eterno, pero nada lo es.