No lo sabe, pero todo lo que odia y teme está dentro de él: padres pobres. Abuelo cocinero de Lenin y Stalin. Infancia solitaria. Bajito. Bullying en el colegio. Fortaleza física para combatir la fragilidad. Quince años en el KGB. Torso desnudo. Muchas veces: pescando (muestra conquista de pez), montando a caballo. Resentimiento, cosas que no puede perdonar como los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia en 1999. Rumores de cáncer. Paranoia con el covid y encierro durante dos años. En la biblioteca, hurgando entre los viejos mapas de Europa, aspira el polvo y el perfume de la vieja Rusia. Al salir: sueños de grandeza. Mesas largas para no estar cerca del otro. Dolor de espalda: esteroides (ojos pequeños y achinados). Revancha con Occidente y profunda humillación, como con los chicos que le golpeaban en el colegio. No mostrar las debilidades. No manifestar lo que piensa. Control de la prensa. Manipulación. Sadismo, sin despeinarse. Aplanamiento emocional. Narcisismo. Convivir con niveles de riesgo alto. La alimaña de Occidente se agita en su interior. Pasea por el hígado, se desliza entre los riñones, sube hasta el corazón, sale por la boca. Acallarla, porque se parece a él. Sofocarla porque le devuelve al desamparo de su niñez.