Ministerio súper o superfluo

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

18 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La derecha pide la supresión del Ministerio de Igualdad. La ultraderecha exige la eliminación de la igualdad. La izquierda duda sobre el ministerio. En política la percepción es básica y el ministerio parece dedicado solo a políticas feministas. Aparece asociado a la presencia de su ministra en todo tipo de tribunas, platós o redes. Muchas mujeres no se sienten identificadas con ella por condición ideológica o generacional. Tampoco todas las feministas. Las feministas de nuevo cuño están encantadas con su ministerio (ley trans, elección de género, gestación subrogada, lenguaje inclusivo, publicidad sexista, ley de trata), pero las feministas de toda la vida no lo están tanto (brecha salarial, vientres de alquiler, abolición de la prostitución), aunque coincidan en causas como la lucha contra la violencia machista.

Se cuestiona la funcionalidad del ministerio. Se entiende que los ejes de la carreta del Gobierno, progresismo, ecologismo, feminismo, son transversales; pero prevalece la percepción de que existe un ministerio dedicado específicamente a cuestiones feministas. Unos, sobre todo unas, lo consideran un ministerio súper imprescindible, porque marca la agenda y visibiliza las políticas de discriminación positiva hacia la mujer; otros, y algunas, lo consideran un ministerio superfluo, pues esas políticas debieran impregnar toda acción gubernamental sin necesidad de un ministerio propio.

En el plano económico se cuestiona el ministerio en épocas de crisis. Zapatero lo mantuvo en su primera legislatura y lo suprimió en la segunda. Cuando vienen mal dadas (pandemia, guerra, inflación), salen a la luz los costes del ministerio en gastos corrientes y personal, particularmente en asesores. En el plano electoral se cuestiona si el ministerio beneficia o perjudica al PSOE y a Podemos o solo a Podemos. ¿Suprimirlo daría o restaría votos al PSOE? Pregunta retórica, ya que Sánchez, a diferencia de Zapatero, ni siquiera puede valorar si ese ministerio es súper o superfluo.