Normalidad anormal

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Cabalar | EFE

20 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es cierto que la felicidad nunca es completa. Llevamos más de dos años suspirando por volver a vernos sonreír y ansiosos por besarnos sin estorbos y ahora, cuando parece que alcanzamos el sueño, resulta que no todo va a ser como esperábamos. Porque la anhelada «nueva normalidad» no es más que un eslogan que crearon para irnos engañando como se engaña a los niños para que coman otro bocado más.

Cierto que desde hoy y en interiores ya no es obligatorio el uso de la mascarilla, convertida en imagen de un tiempo de pánico y también objeto al que todos acabamos odiando. Pero vamos a poder apartarla de aquella manera. Algo así como sí, pero no. Porque lo haremos en unos casos por limitaciones y en otros por consejos. La imposición se sitúa en centros sanitarios, farmacias, centros de mayores o transporte, entre otros lugares. Y todo lo demás descansa en la responsabilidad individual y en el sentido común. Dos borrosos e interpretables conceptos a los que apelan los responsables sanitarios para dejar sobre nuestras cabezas la decisión de qué postura adoptar. No nos obligan, pero nos lo recomiendan. O lo que es lo mismo, rescatan el allá usted y su salud.

Con todo, hoy entramos en lo que ha dado en llamarse «estrategia de gripalización», que no es otra cosa que considerar el covid-19 como un virus respiratorio más, pese a que la OMS sigue manteniéndolo como pandemia porque sigue propagándose de forma intensa y su evolución es imprevisible. También los expertos consideran prematura la decisión. Pero el cansancio acumulado, la fatiga psicológica, la necesidad de recuperar la economía y la vida social y el descenso de la incidencia alisó el camino para esta nueva etapa.

La mascarilla ha sido el símbolo de los peores tiempos de nuestras vidas. Y el final de su utilización llega marcado por la ausencia de unas normas claras que no dejen lugar a dudas. Con este sí pero no, lo que pretenden decirnos es que hay que convivir con el virus y ser prudentes, pero tampoco mucho. Lo de la nueva normalidad era un cuento, porque vemos ahora que hay que seguir pendientes del uso, o no, que diría Rajoy, de las mascarillas. Esta es una normalidad anormal. Como gran parte de lo que acontece en este país.