Cuando me miras
OPINIÓN
Me resulta difícil encontrar sentido a las canciones de C. Tangana, lo siento; pero estoy segura de que al escribir aquello de «cuando me miras así, la cama es un ring» estaba pensando en el Gobierno de España. Y no me cuesta imaginar a Pedro Sánchez con el pecho atravesado por el tallo de una rosa (vean el vídeo) teniendo como telón de fondo las fracturas de su Gobierno, plenamente expuestas en esta crisis de espías y de caballos alados.
No parece que la unidad reine ahora ni en el Gobierno, ni en el PSOE, ni en Unidas Podemos. El PP ha tenido que salvar a Sánchez de una comisión de investigación, punto para Feijoo; y cuanto más débil siga apareciendo la posición de Bolaños, más fuerte morderá el independentismo catalán. Es estrategia pura, o se llama a las cosas por su nombre o se pierde el relato. Y en esto, la semántica de Robles es más firme y más convincente que la de Bolaños. El problema es la dificultad de gobernar cuando la cama es un ring, cuando tus apoyos tienen objetivos enfrentados a los tuyos y tus socios aprovechan la debilidad para exhibir deslealtad.
Ese ha sido siempre el fallo de la izquierda caprichosa, la de la superioridad moral, que cada vez que te mira te mete, como canta C. Tangana, que destroza cada gobierno que toca, porque cree que para singularizarse en la coalición necesita atacar al socio, y por eso está usando la crisis para ocultar y eclipsar el lanzamiento de Yolanda Díaz y dar protagonismo a Belarra.
La crisis de los espías sería una más si no fuese una oportunidad para el nacionalismo catalán para reivindicar moral y democráticamente su posición deslegitimada, condenada e indultada; si no le sirviera a Unidas Podemos para avivar el enfrentamiento entre Podemos y Yolanda; y si, finalmente, no le valiera al nuevo aparato de Sánchez para dar cuenta de su expertise en el tratamiento de las crisis.
No creo que el nacionalismo catalán pueda reavivar la brasa casi apagada del procés, ni que Unidas Podemos pueda convertir a Ione Belarra en una lideresa de masas, y mucho me temo, ojalá me equivoque, que la ingenua rueda de prensa de Bolaños solo ha servido para entregar la cabeza de Robles al nacionalismo catalán; grave error, si no era lo que se buscaba. Pero de lo que sí estoy segura es de que, mientras todos intentan sacar a flote sus propios relatos y sus propios rendimientos, Feijoo se frota las manos y le faltan dedos para contar votos; aunque por un momento mire a su derecha para ver a Abascal y decirle «cuando me miras así».