Alfonso Rueda, en el discurso de investidura pronunciado ayer en el Parlamento: «Non quero ser presidente para fotocopiar as últimas páxinas da nosa historia, aínda que foron memorables. Quero selo para escribir entre todos algunhas das nosas mellores liñas do noso futuro». El que va a ser nuevo presidente de la Xunta basó parte de su intervención en reivindicar la figura de Alberto Núñez Feijoo y su labor durante estos trece años al frente del Gobierno gallego, pero también se preocupó de meter una cuña necesaria para el que va a ser un recién llegado al puesto: habrá un estilo Rueda.
¿Y es necesario que Rueda tenga un estilo propio? ¿Le valdría con ser un alumno aventajado de Feijoo? Quién sabe, lo cierto es que tiene una tarea titánica por delante en la que le será más fácil fracasar que triunfar por el elevado listón que le ha dejado su predecesor.
Porque Alfonso Rueda no se va a librar de la sombra de Feijoo en ningún momento. De hecho, buena parte del futuro éxito del nuevo dirigente del PPdeG estará atado a que al de Os Peares le vayan bien las cosas. Hay analistas que ven una relación directa entre lo que pase en las próximas elecciones generales y lo que suceda cuando los gallegos vayan a las urnas para elegir nuevo presidente de la Xunta. Si Feijoo llega a la Moncloa habrá un efecto arrastre en Galicia que le dará a Rueda cuatro años más en San Caetano. Si Feijoo falla en su asalto a la presidencia de España, una nueva mayoría popular en Galicia estará muy complicada.
O no, porque aquí es donde entra en acción su capacidad de gestión. Rueda no debería preocuparse en exceso del asunto de los estilos, ni de todo aquello que no dependa de él. Deberá centrarse en gobernar y en gestionar Galicia. Experiencia de gobierno como segundo espada, la tiene. Pero ahora su teléfono será estación termini. Él tomará las decisiones finales y de él saldrán las grandes líneas por las que se regirá Galicia estos próximos dos años.
Para ello tendrá que actuar con determinación en varios frentes. Empezando por la sanidad, un asunto que siempre fue considerado por la oposición como un talón de Aquiles de Feijoo. Tanto PSOE como BNG percutieron por ahí una y otra vez sin conseguir erosionar a su adversario, pero sí logrando generar un estado de opinión que en mayor o menor grado ha sido aceptado. La sanidad está tocada. Por ello Rueda tiene ante sí la tarea de revitalizarla, especialmente la atención primaria, claramente mejorable.
Luego, cómo no, está la economía. No solo se le exigirá que mantenga el rigor de su predecesor con las cuentas públicas, sino que su mano se note en la vida real de los gallegos. Galicia necesita potenciar su industria, generar empleo y sobre todo ofrecer un futuro de esperanza para los más jóvenes, frenando la sangría de chavales que abandonan la comunidad en la procura de una vida de mayor calidad.