En la vida no hay VAR

Pedro Armas PROFESOR DE LA UDC

OPINIÓN

MATTHEW CHILDS | REUTERS

18 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El VAR (Video Assistant Referee) ya forma parte de nuestra vida. El vídeo-arbitraje se vende como un avance tecnológico que minimiza o elimina los errores del juez de la contienda en el juego más democrático, el fútbol nuestro de cada día (antes semanal, ahora diario). Si uno critica algo de este deporte-negocio, corre el riesgo de ser tildado de pseudo intelectual que intenta marcar diferencias con los que lo consideran un leitmotiv de las clases populares. Pues bien, uno, futbolero desde niño, antaño practicante, hoy espectador, socio del equipo de su ciudad, no acaba de ver las ventajas del VAR.

No se trata de negar los avances técnicos, pero tampoco de adorarlos como becerros de oro. Por ejemplo, ni se discute la eficacia del ojo de halcón, que permite comprobar en unos segundos si el balón ha traspasado o no la línea de gol; ni la de los pinganillos, que permiten la comunicación entre jueces de línea y árbitro. Sin embargo, el VAR depende de diversas tomas de cámara, distintas aplicaciones para el trazado de líneas más o menos bien tiradas, diversas reglas susceptibles de interpretación y, al final, distintos profesionales que aciertan más que se equivocan, pero a veces se equivocan y, cuando lo hacen, provocan más polémica que antes. Para colmo, mientras el árbitro va a ver el VAR, el partido se interrumpe durante demasiado tiempo. Los futbolistas y las hinchadas celebran ahora los goles de modo contenido, por si el aparato convierte su euforia en decepción.

Nadie sabe bien cuándo ha de intervenir el VAR; cuándo las manos son sancionables, naturales, voluntarias o accidentales; cuándo ha de pitarse un fuera de juego evidente. El artefacto no ha mejorado una supuesta justicia deportiva; si acaso ha disuadido de ciertas conductas antideportivas. Por lo demás, interrumpe el ritmo del espectáculo, resta emoción y frustra la celebración. Quizás debiéramos asumir que el error forma parte del fútbol. Volver atrás a cámara lenta no es la solución. En la vida no hay VAR.