Esta palabra, inexistente hasta ahora, acaba de nacer. Es un neologismo apócrifo que me he sacado de la manga para contar el mágico mundo de las verbenas, ya sean campestres o de plaza mayor. Son la memoria sonora de Galicia y, después de dos años sin orquestas que animaran el mediodía y las noches estrelladas de la temporada que va de mayo a octubre, han vuelto con su parafernalia puesta a punto.
Han vuelto las trescientas orquestas y agrupaciones musicales que animan las dos mil quinientas fiestas populares a lo largo y a lo ancho del país gallego, y que facturan más de treinta y cinco millones de euros.
Las formaciones líderes siguen siendo la orquesta Panorama de Lito Garrido, la París de Noia de Blas Piñón, y bandas de fortuna como El Combo Dominicano, compuesto por músicos canarios y caribeños a la medida de las verbenas gallegas, y otra media docena de grupos que sobreviven a la refundación postpandemia. La oferta sonora ya no es musical, es visual. Las orquestas ya no se escuchan, se ven. Son un espectáculo acrobático circense con multitud de efectos especiales para acompañar los reiterados y machistas estribillos ratoneros del reguetón y la bachata.
El convoy llega al campo de la fiesta con trailers, con camiones que se convierten en espectaculares escenarios. Con un ensordecedor ruido que suena a música electrónica y con bases pregrabadas desplegando una orgía luminosa que incendia el cielo de la noche.
Dos o tres cantantes femeninas repiten bailes sinuosos y estribillos mientras otros tres cantantes colombianos, cubanos o venezolanos susurran o se desgañitan. La gente no baila, mira. Yo siento nostalgia de las viejas orquestas, de Los Satélites, Compostela, Variedades, Sintonía de Vigo, y reitero mi elogio del vocalista escribiendo mi homenaje a Sito Sedes, al gran Pucho Boedo, a Miguel Torres y a la más reciente generación de Noli, Peke, Fátima Pego, Alba Navarro o Laura Añón. Todos ellos, ídolos populares del imaginario verbenero. Las fiestas patronales son la inmensa romería que comienza con las cruces de mayo, con la Santa Cruz, y concluye cuando por San Froilán de octubre se baja en telón. Todos ellos constituyen, conforman, la verbenalia que integra feliz el placer recuperado de las verbenas. Y hasta aquí llego, tengo que acabar porque ya comienza la sesión vermú. Hoy toca La Oca Band, que se alterna con la América de Vigo.